martes, 15 de mayo de 2018

Cuando pase la tormenta


No hay más dosis de realidad que cuando las cosas no suceden tal y como las habías planteado. Mis fantasías son como torres de naipes, una pequeña ráfaga de viento y todo se desmorona. He pasado mucho tiempo pensando en la torre, en el montón de cartas desparramadas sobre la mesa, en lo injusto que es que cuando más alta la haces menos tiempo tarde en caer, en por qué he tenido que empezarla si luego me duele tanto que no se mantenga en pie. No es nada nuevo el hecho de que pienso demasiado, que me anticipo a lo que pueda suceder y que me gusta tener las cosas bajo control. En cierto modo es como me han enseñado a desenvolverme. Las cosas no siempre son blancas o negras... y esta no es una excepción. Esa parte de mi me ha llevado a ser buena profesional, pero a veces me machaco hasta el punto que tengo un desorden de bajara que no sé ni por donde empezar. Quizá por eso la D/s me guste tanto... cedo el control, de nada sirve que me anticipe y me encanta porque pese a todo tengo la tranquilidad de saberme en las mejores manos. Todos pasamos por malos momentos, vemos ese montón de cartas desordenadas y nos frustramos sin saber por dónde empezar, ni qué hacer con ellas... Ayer alguien me recordó que las cartas no son para apilarlas, ni para ordenarlas, ni para quedárselas mirando, son para ponerlas boca arriba y jugarlas. Y es que él siempre está ahí mirándome aunque no pueda estar siempre cerca.


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