martes, 19 de septiembre de 2017

Lo que no se suele ver

Llevo tiempo pensando en las relaciones D/s de algunas parejas a las que leo en blogs, me pregunto cómo serán sus reglas, sus personalidades, a qué se dedicarán, etc. y, entre otras cosas, es por ello que me gusta leerlos. Soy una persona curiosa... el que esté libre de pecado... todavía está a tiempo de pecar.
El otro día reflexionando sobre ello pensé que se escribe sobre muchos temas pero no leo apenas sobre cómo se solucionan los problemas o las desavenencias en este tipo de relaciones (donde seguro que las hay, como en todas). Quizá sea porque a nadie le suele gustar airear los conflictos conyugales o los internos propios, no lo sé.

El caso es que a veces siento que tendemos a ver las cosas tan idílicas como se muestran sin pensar en lo que hay detrás. Contamos cuán lejos hemos llegado o la evolución positiva de una trayectoria pero no cuanto esfuerzo nos ha costado y los obstáculos que hemos tenido que sortear. No sólo en esto, en todo.

En nuestro caso, desde que empezamos a vivir juntos sabíamos que queríamos llevar la D/s más allá del dormitorio, pero pasó un año antes de que diésemos el paso. En esos momentos tuve muchas dudas de si lo íbamos a hacer alguna vez y fue un tiempo en el que llegué a sentirme realmente frustrada... Al final entendí que, por cómo nos sentíamos y por lo que ocurría en nuestras vidas en general, no era nuestro momento. 

Cuando empezamos a llevarlo más allá de las “sesiones” se me olvidaban tantas veces mis deberes diarios que Sión sentía que no me lo tomaba en serio y yo lo viví como un fracaso, hasta que lo hablamos. Así llegamos a la conclusión, por ejemplo, de que él se seguía sintiendo mi Amo aunque le tutease en lugar de tratarlo de usted y a mí no me era necesario para considerarlo como tal y tenerle el mayor respeto que puedo tener por alguien. Hasta no hace mucho necesitaba un anillo en el dedo para saber cuando no podía desobedecer sus órdenes, ahora no lo llevo y con su lenguaje corporal ya lo voy captando. 

Para llegar a eso han sido meses de fijarme mucho en él y preguntarle, así voy aprendiendo en qué temas o en qué momentos ordena en lugar de sugerir o pedir. Aún así no siempre distingo lo uno de lo otro y, en ocasiones, eso nos crea sensaciones negativas a ambos. A él porque piensa que es una desobediencia deliberada y no es una persona que en depende qué cosas le guste insistir, de hecho suele hacer lo contrario, y a mí porque eso lo vivo como un alejamiento por su parte y me duele. Sin embargo lo intentamos hablar cuando sucede para buscarle solución. Como estas podría explicar más pero creo que es demasiado tedioso. 


Para lograr algo complicado normalmente primero se erra y nadie nace aprendido ni empatizando tanto con otra persona como para que todo salga a derechas desde un inicio, es un proceso de aprendizaje por parte de ambos, cada cual desde su posición.

Yo pienso que para llegar a esas relaciones que vemos tan idílicas en algunos blogs hay que trabajar duro y que no siempre las cosas van perfectas por idiosincrasia, que todos tenemos momentos buenos, no tan buenos, momentos en los que no sabes cómo o qué, momentos en los que te estancas, te frustras, momentos en los que haces un parón para luego poder ver con perspectiva... y al final todo es un proceso necesario para llegar a nuestra zona de confort. 

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Las mujeres también cantan canciones


Corazón de melón,
aunque quizá no le encuentres sentido te digo,
sabiendo que ahora sólo puedes leerme, 
que todo me sabe a ti y si no estás muero de sed,
porque comerte siempre es un placer,
porque mis labios de fresa son el sabor de tu amor,
porque sólo tú puedes comer naranjas en agosto,
y porque nada me gusta más que túuuu...
¡See you tomorrow and good luck!

viernes, 1 de septiembre de 2017

Juguemos

Un día dije "eres más inteligente que yo, imaginativo desde luego no, pero sí más listo así que quiero que juguemos a un juego porque últimamente no hacemos cosas nuevas, quiero jugar a la incertidumbre. No saber cuando, cómo ni qué. Un juego de sorpresas, que tenga la creatividad de los buenos juegos y de los juegos crueles, en el cual llevas ventaja por tu condición, claro" y él sólo soltó una carcajada con una mirada que me erizó el vello y se marchó.

....................................................................................

Un día mientras comíamos me preguntó la capital de Afganistán y no la supe, sonrió. Me pareció una chorrada. Dijo que me pusiera boca abajo sobre su regazo y lo miré con desconcierto y enfado, no entendía nada.

- ¿No querías juegos? Has perdido y así es este juego.
- ¿Quién lo dice?
- Yo.
- ¿Por qué pones sólo tú las reglas?
- Porque tengo ventaja por mi condición, ¿recuerdas? Los juegos son como yo quiera que sean y si no querías empezar la partida haberlo decidido antes, tienes muy mala costumbre de meterte en situaciones sin pensarlo. Muévete.

Me tumbo sobre sus rodillas, me baja las bragas y me azota, cuando me lo permite me levanto indignada. Hago ademán de subirme las bragas pero me lo niega con la cabeza y una sonrisa lasciva y me siento tal cual a terminar de comer.

....................................................................................

Llego a casa después del trabajo, es tarde y estoy cansada, quiero cenar e irme a dormir, mañana me espera otro día duro. Abro la puerta y ahí está sonriente, me da un beso en los labios con una cuerda en la mano y me pone las manos a la espalda.

- ¿Qué haces?
- Jugar.

Ya no pregunto, sé que no habrán respuestas. Me ata las manos y me hace una coleta. 

- ¿Tienes hambre?
- Sí.
- Bien, porque sé que te encanta lo que hay hoy para cenar, te he atado las manos porque para estas cosas eres bastante torpe y sueles caer en la tentación de desobedecer. Creo que no hace falta que te explique como se juega. 

En el suelo del salón hay dos platos y un vaso con paja. Es comida china, uno tiene arroz y el otro pollo. Nunca he comido así, creo que tengo arroz hasta dentro de la nariz y salsa en la camiseta y me cuesta agacharme porque a veces pierdo el equilibrio, pero me lo he comido. Me quedo de rodillas mirándolo con una mirada de triunfo mientras me dirige una sonrisa burlona.

- Enhorabuena, el premio es dejar que me hagas una felación. 


....................................................................................


Han pasado tres días, parece que la cosa está tranquila. Hoy la ciudad se ve preciosa toda iluminada así que vamos a tomarnos unas copas de vino al fresquito de la terraza. Llevo una camiseta y unas bragas, disfrutamos el momento, nos contamos cosas triviales, divertidas, absurdas... Me pregunta si quiero otra copa de vino y asiento. Sube con la botella de vino y me sirve otra copa. Adoro este rosado, me relajo tanto que me quedo anonadada mirando la catedral. 

- Quítate las bragas.
- ¿Qué?
- Quí-ta-te-las-bragas - Me dice en tono autoritario. 
- ¿Es otro juego?
- ¿Crees que estoy jugando? - Responde con semblante entre serio y enfadado.

No respondo, me quito las bragas lentamente, me siento y doy un sorbo a la copa de vino.

- Abre las piernas. 

Obedezco. Pone un bombón entre mis piernas, tocando la vagina pero sin llegar a introducirlo.

- Ciérralas.

Pasa un rato y seguimos charlando como si nada hubiese pasado. Me separa las piernas, el bombón está completamente deshecho y vuelve a poner otro. Me siento pringosa, odio esa sensación y él lo sabe. Ahora mismo me doy un poco de asco, desde luego no es nada sexy. 

- Ve a la habitación.

Me dirijo a la habitación apretando los muslos para que el bombón no se caiga.

- De rodillas. 

Si es complicado que no se caiga andando de rodillas ya ni te cuento. Voy muy despacio. Me coge y me pone encima de la cómoda abriendo las piernas.

- Muy bien, ¿susto o muerte?
- Muerte.
- Vaya, con lo que me apetecía azotar ese coñito pringoso - dice con sarcasmo. 

Se arrodilla y empieza a lamer el chocolate hasta llegar a la vagina. Odio que haga eso, nunca me ha gustado que me lo hiciese nadie. Intento tirar de él hacia arriba, se pone de pie e inclina mi cabeza tirándome del pelo hasta que mis ojos quedan mirando los suyos.

- ¿Tengo que hacerte algún recordatorio?
- No Amo.

Termina lo que ha empezado. 


....................................................................................

Estoy en la ducha, él abre la puerta del baño, lleva un papel y un bolígrafo en la mano, el set de plugs que ordena por tamaño y lubricante.

- Cuenta de siete en siete y cuando quieras para. 

Lo miro con enfado y mal humor mientras me sigo enjabonando el pelo. 

- Siete, catorce, veintiuno, veintiocho, treinta y cinco, cuarenta y dos - me río para mis adentros pensando que si piensa que soy tan estúpida que no me sé la tabla del siete va listo - cuarenta y nueve, cincuenta y seis, sesenta y tres, setenta, setenta y siete, ochenta y cuatro, noventa y uno, noventa y ocho, ciento cinco - empiezo a cansarme - ¿en qué número gano?
- Te he dicho que cuando quisieras pararas de contar.
- Quiero parar.
- Ahora a partir del número en que te has quedado cuenta hacia atrás de catorce en catorce y no puedes contar con los dedos ni tardar más de cinco segundos entre número y número. 
 - Noventa y uno, setenta y siete...
- Para, has excedido el tiempo, sal de la ducha. 

Salgo y me cubro con la toalla. En el papel unas cuantas rayas, las cuenta y pone los dedos como si contara los plugs.

- Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis - vuelve al primero - siete, ocho, nueve... 

Se detiene en el diecisiete, no es el más grande pero tampoco el más pequeño, ni el mediano. 

- Ahora no estoy preparada además este juego no tiene ninguna lógica - me quejo. 
- Siento que este juego no tenga tu lógica, ponte en la posición que más te apetezca. 

Algo me dice que estaré bastante rato para que entre entero así que decido apoyarme cómodamente sobre el mármol que hay al lado del lava manos, abro las piernas y mis nalgas. Empieza a meterlo suavemente, pensé que sería más bruto, cuando está llegando al final noto la tirantez en mi culo, siento placer y dolor y no sé cual gana. Acaba de meterlo.

- Acaba de ducharte.
- ¿Cuando acabará este juego? Empiezo a cansarme y a veces no me gusta nada.
- Piensa cómo puede tener un buen final.
- ¿Me lo puedo quitar ya? - digo malhumorada.
- Piensa bien en lo que voy a decirte chica inteligente e imaginativa, aquí las cosas SIEMPRE son como YO decido. 

Medito mientras lleno la bañera, él no suele advertirme, ni decirme que piense, no es su estilo. Le doy vueltas. Meto la cabeza en el agua, oír todo como si estuviese a kilómetros de distancia me relaja. Me incorporo de golpe.

- Sión - grito, él se acerca a la puerta - perdóname, no tendría que haberte exigido jugar a nada, tu eres mi Amo y quien decide las cosas, lo siento mucho. 
- Puedes proponer, sabes que siempre te escucho pero nunca exigir, sabes que no eres quién. 
- Lo sé, lo siento.
- Sal, estás arrugada.