viernes, 28 de diciembre de 2018

Tomaduras de pelo


Estaba sentada en la mesa del salón ensimismada en mis pensamientos mientras me enrollaba la falda del uniforme en el dedo. Estudiar con uniforme a los 27 es absurdo y ridículo, pero todo tenía un por qué, me presentaba a unas oposiciones en tres meses y aún no había empezado ni siquiera a leerme el temario, su frase fue “si no te planificas ya como una adulta, tendrás que hacerlo como una niña”. Total que ahí estaba yo con los apuntes en frente y en la parra porque es soporífero hasta que él entró por la puerta.

  • Hola guapa
  • Hola

Se acercó y me dio un beso.

  • Veo que te estás portando bien...
  • Qué remedio, luego eres insufrible si no.
  • Jajaja bueno, ya sólo te queda media hora, tienes mala cara
  • Ya...
  • ¿Tienes fiebre?

Me pasó una mano por la cabeza muy a lo madre.

  • Estás caliente
  • Ya me estoy tomando cosas, pesado

Le quité la mano de mi cabeza y me puse a leer un párrafo, me quedaba embobada, me volvía a intentar centrar... Y así llegó la hora de cerrar los libros.

  • ¿Ya has terminado?
  • Claro, mira el reloj.
  • Vale, pues déjame lo de hoy en el sofá que ahora me lo leo y te pregunto
  • Jajaja ¿Cómo que me preguntas?
  • Digo yo que de algo de lo que has leído te acordarás, ¿no?
  • Pues claro, pero no me tienes que preguntar como si fuese al parvulario
  • Eso lo decidiré yo
  • Pues no pienso entrar en el juego
  • Tú verás
  • Yo tengo la última palabra así que claro que YO veré

Me tumbé en el sofá, tenía la tele puesta, en realidad no la escuchaba pero de fondo me hace compañía, como a las abuelas. Al ratito él vino, me levantó los pies, se sentó y los volvió a dejar sobre él y así nos quedamos mientras se leía el tema que supuestamente me había estudiado. Me estaba quedando frita cuando oí “psst, no te duermas que aún es pronto” y algo que me tocaba los pies. Que me corten ese sueño me pone de muy mal humor.

  • ¡Joder, que manía con controlar cuando duerme y hace las cosas la gente!
  • Cuando acabemos si quieres te vas a dormir pero como me des la lata de madrugada ya sabes lo que te espera.
  • En fin... 
  • Venga, cuéntame
  • ¿Que te cuente qué?
  • Coño, lo que te acuerdas de lo que has leído
  • Que si detectamos algún caso de violencia de género hay que avisar

Hizo un silencio laaaargo mirándome, yo creo que estaba preguntándose si lo vacilaba o es que realmente no me había leído nada en hora y media. Yo lo miraba con cara de “no sé qué esperabas, ya te he dicho que no me preguntaras” pero con cara de no haber roto un plato porque me encontraba regular y no me apetecía nada una zurra, y menos sin final feliz.

  • ¿Te has pasado la hora y media sentada sin hacer nada?
  • Bueno, lo he intentado pero entre el malestar y que el tema este es un infierno... se me ha ido la hora con un par de párrafos
  • Deja que me ponga en medio

Se refería al sofá, ahora me tocaba sentarme porque se le había antojado estar en medio.

  • Bueno pues de esos dos párrafos, ¿con qué te has quedado?
  • Con que si detectábamos violencia de género hay que avisar
  • ¿Sólo eso?
  • Bueno y los signos de alarma del maltrato, hematomas y cosas así
  • Ya, eso no lo pone, yo lo he entendido a la primera y no soy del gremio así que no es tan complicado, ¿te estás quedando conmigo?
  • No, ¿Porqué?

Esto lo decía realmente convencida.

  • Pues porque has perdido una hora y media delante de los libros, que sabes que no es el objetivo del horario y encima con excusas malas.
  • Bueno mira, lo pactado era una hora y media estudiando, me haya cundido más o menos ya es otra cosa, pero no hablamos de eso.
  • Esto no te lo voy a aguantar.

Me cogió de un brazo y acabé rápido sobre sus rodillas con la falda levantada. Me iba dando azotes con la mano en uno y otro cachete, eran rápidos y fuertes, sin precalentar ni nada, así, a pelo. Me bajó las braguitas y siguió con la azotaina.

  • Mira que tengas un mal día lo puedo llegar a entender, pero al menos en hora y media una página te tienes que haber leído y ser capaz de explicar aunque sean tres frases, lo que has hecho es tomarme por tonto

Siguió hasta que mi culo era rojo tomate entero y me ardía.

  • Vete al rincón

Al minuto volvió con algo en la mano, lo sabía porque hacía sombra.

  • Ponte con las manos apoyadas en la mesa

Esas posturas en parte no me gustan nada, por un lado el que no haya contacto físico, parte me alivia, parte no y parte es complicado porque tienes que mantenerte quietecita por ti misma y eso no siempre es fácil. Al darme la vuelta vi que lo que tenía en la mano era una regla de madera, como las de antes.

  • Empieza a contar, ya decidiré yo cuando paro.

Empezó con el primer azote.

  • Uno
Plass
  • Dos..
Plass
  • Tres
Plass

Y así hasta llegar a veintiocho.

  • aaaauuuu para, para, porfa, no puedo más.

Me levanté y me giré frotándome el culo. Su cara era un poema, no tenía claro si era enfado, frustración, sorpresa o todo un poco porque todo eso estaba prohibido durante un castigo.

  • Señorita ponte en tu sitio
  • No, de verdad, por favor
  • Mara, si te lo repito otra vez no te va a gustar

Me senté en el sofá y se sentó a mi lado, en principio pensé que para hablar conmigo e intentar convencerme pero vi el ademán de cogerme del brazo y eso era para ponerme en su regazo y de verdad que no me encontraba como para estar así, así que lo abracé rodeando su cuello con mis brazos y puse cara de pena, enferma y prepucheros mientras apoyaba mi cabeza en su cuello.

  • De verdad que no me encuentro bien, no puedo más.
  • ¿Qué te pasa?
  • Tengo la garganta que no puedo ni tragar saliva, tengo mocos y creo que fiebre a ratos
  • ¿Crees, no te lo has mirado?
  • No, pero no hace falta, me estoy tomando ibuprofeno y paracetamol.
  • Por tu cuenta, como siempre.
  • Sí claro, la última vez que fui por esto es lo que me recetó
  • También te recetó antibiótico
  • Sí pero aún no me hace falta
  • Ponte bocabajo
  • ¿Para qué?
  • ¿Quieres que siga con la regla?
  • No
  • Pues ponte bocabajo

Se fue a por algo, intuía a por qué, pero no era cuento y prefería pasar cinco minutos de bochorno a seguir. Volvió con el termómetro y me lo puso en el culo, como a los niños antiguamente porque eso esta desfasado, esa manía voy a tener que quitársela, tendré que pensar cómo. Tras cinco minutos lo sacó, tenía 37,8. Tampoco era mucho pero lo justo para no encontrarte bien.

  • Bueno, vamos a posponer ese castigo.

Qué bien, me acabé de vestir mientras él se levantaba y traía una caja de supositorios, yo sabía lo que era por los colores de la caja.

  • Te he dicho que nada de juegos, que no me encuentro bien, además ya me he tomado un paracetamol
  • ¿Hace cuanto?
  • Esta mañana
  • A las siete ¿y son?
  • Las cinco
  • ¿Y después de diez hora con ese malestar y esa temperatura no te toca otro?
  • Parece mentira que te dediques a lo que te dedicas...
  • ¡Cállate!
  • No me callo, ya te dije qué pasaría si no te cuidabas
  • Tienes un concepto muy raro de cuidarse
  • Esto no suelo hacerlo porque suelo tenerlo todo muy claro pero voy a dejar que te expliques y hay dos opciones, una que realmente tengas razón y te la daré quedándose aquí la cosa y otra es que te duplique el castigo ya veré cómo
  • Mira que te gusta marear. Pues yo sí me cuido, sé qué tengo aunque no vaya al médico y no soy tonta, son unas simples anginas, no tengo fiebre de más de 38 y no tengo placas de pus, por lo que no necesito antibiótico, el tratamiento en caso de que sea vírico es sintomático, es decir, paracetamol y/o ibuprofeno cada ocho horas para la fiebre, y en caso de que no sea vírico cuando me salgan las placas y tenga fiebre de más de 38 ya iré al médico a por mi antibiótico.
  • Pero no te has mirado la temperatura, ¿no?
  • No
  • Y dime una cosa, si yo te dijese que estoy así, ¿me dirías que fuese a trabajar?

Esta pregunta era complicada... realmente le diría que no fuese, por un día estando a viernes no pasaría nada por no ir y era la única forma de no coger la baja. Si él fuese como yo sabía que las placas acabarían saliendo porque siempre termino así con bastante frecuencia. En esto tenía más tablas que él pero era un tema sencillo y sabría que le miento porque tonto no es.

  • No... te diría que no fueses.
  • Ya, pero tú sí has ido.
  • ¿Y por qué tú sí y yo no?
  • Porque te tengo aprecio y me gustaría que te quedases en casa poniéndote mejor.
  • ¿Y por qué para ti no?
  • Porque yo no soy una floja.

Decir aquello fue una estupidez porque antes de darme cuenta estaba bocabajo con el culo rojo escarlata y esta vez en una silla, la presión de los mocos al estar con la cabeza hacia abajo hacía que eso fuese un castigo doble ya de por sí. Me azotaba con la mano pero ahí empezaba a entender su frase de “créeme que preferirás que use un instrumento y no sólo la mano” porque se estaba alargando una eternidad, paró, me puso el supositorio y siguió. Después de diez minutos y el ardor-dolor empezaba a enfadarme y cansarme de la situación.

  • ¡Para!
  • Ya te he dicho que si tu argumento no me convencía tendrías un castigo doble

Por supuesto, no paró.

  • ¡Pero es que de verdad que estoy enferma! ¡No tienes escrúpulos castigándome sabiendo cómo estoy!
  • Vaya, pensé que no eras una floja.
  • Uff, eres un capullo

Aquello me acabó de sentenciar porque aumentó la intensidad y la velocidad, aquello era insufrible. Empecé a moverme hasta que intenté taparme y me tuvo que sujetar la mano. Por fin paró...

Vete al rincón. Tras cinco minutos, lo sé porque llevaba reloj, me llamó.

  • Siéntate.
  • Mira, esta no es la primera vez que hablamos de esto, ¿verdad?
  • Verdad
  • Y la última vez ya te dije que todo rectal hasta que no fueses al médico y no lo has cumplido. Automedicarse está mal y lo sabes, además siempre crees que lo sabes todo y no es así. Por eso, por cada vez que me entere que te has tomado algo sin mi permiso para yo considerar si tienes que ir al médico o no, tendrás una de estas y, por supuesto, esta vez hasta que no vayas al médico todo rectal y, como eres tan lista, sí, uno cada ocho horas.
  • Jope, ¿de verdad serás capaz de hacerme algo así? Es tan absurdo todo...
  • Habértelo pensado dos veces y haber ido al médico que no te cuesta nada.
  • Pero es que de verdad que me dirán eso.
  • Bueno, cuando te lo digan, volveremos a las pastillas.
  • ¡Joder, es que ni estando enferma me dejas respirar!
  • ¿Te has propuesto que siga Mara?
  • No, no...
  • Y el del horario y timarme con lo de estudiar lo dejaremos para cuando te mejores...
  • Vale...

Nos acomodamos en el sofá, había pasado como media hora y detrás del enfado inicial, me quedé pensando y repasando todo lo que había pensado y estaba muy excitada... tanto que había traspasado mi ropa interior. Le cogí la mano con cariño, le di un beso mientras lo miraba, me dio un beso en el pelo y yo le puse su mano dentro de mis braguitas, esta vez con cara de traviesa...

miércoles, 12 de diciembre de 2018

Tocando las narices

Si hay algo que odie es que la gente duerma mientras me apetece estar con ella... ¿curioso, verdad? Hace un par de días me estaba quejando porque alguien intentaba hacer exactamente lo mismo conmigo pero la vida es así, el lema “haz lo que yo te diga pero no lo que yo haga” me viene de perlas digamos que... casi siempre. Así que era un día entre semana en el cual estaba cansada y tenía sueño pero no quería dormirme y quería que él estuviese conmigo dándome conversación y no en estado comatoso. Lo había intentado, sacando temas de relatos, intentaba provocarlo pero creo que demasiado suave... Así que se fue a dormir y yo detrás con él. Me encanta dormirme tocando los pelitos del pecho o de la barba, esta vez opté por los pelitos del pecho. De lado apoyada cerca de su oído con mi brazo en su pecho le iba preguntando cosas en susurros, por los relatos de un nuevo "blog", por nuestros relatos, por qué haría mañana pero nada... hasta que al final me dijo que me callara.

- ssshhh o te duermes o te vas al salón.
- me duermo, me duermo.

Odio dormir a oscuras, suelo dormir con una luz pequeña encendida, la tele o una peli o algo así. La iluminación de la televisión dejaba que viese cómo iba cerrando los ojos mientras lo acariciaba. Cuando ya estaba casi dormido le daba un tironcillo de algún pelo que hacía que abriese un poco los ojos. A la tercera vez se dio la vuelta malhumorado mientras yo intentaba ahogar una risa de forma infructífera. No sé si se enteró o no, en su momento me pareció muy gracioso así que luego, cuando ya se puso en posición normal, empecé a hacerle cosquillas con mi pelo e intentaba no hacer ruido mientras me moría en mis risas "ahogadas" al verlo rascarse medio durmiendo, pero de mala leche. Hasta que no pude más, se despertó y yo casi estallo allí mismo en carcajadas así que me fui al baño tosiendo para que no se notara mucho, cuando volví estaba despierto.

- ¿Se puede saber qué haces?
- nada, que me ha dado la tos y no te quería molestar, además me hacía pis.

La cosa quedó ahí, haberlo despertado me pareció ya bastante y era como la una de la madrugada y ambos nos levantábamos pronto así que decidí intentar dormir.
Por la mañana tenía mala cara y parecía de mal humor pero es que, además, en todo el día lo poco que me escribió, fue muy escueto.
Yo me eché una siesta de estas de dos horas que luego hacen que me ponga de mala leche y me fui a mi clase, salía contenta, al llegar sabía que estaría él en casa con la cena preparada (o eso pensaba).

- uh, qué mala cara tienes, ¿te encuentras bien?
- no, he dormido poco y tengo un catarrazo.
- poooooobre, ¿te hago una sopa o algo?
- sí, y algo más vas a hacer, porque me voy a asegurar que lo que hiciste anoche no lo vuelvas a hacer más.
- ¿Yoooooooooo? ¿Pero qué hice anoche?
- tocarme las narices, en sentido literal.
- ¡anda ya! Lo harbás soñado.
- ¿tengo cara de idiota?
- pues sí...

Iba a decirle que a veces sí con sus estupideces pero no me dejó ni terminar, me cogió de la muñeca, apartó la silla de la cocina y de un tirón me puso sobre sus piernas y empezó a azotarme. Me quejé desde el minuto uno, primero porque no me lo esperaba y segundo porque llevaba un vestido corto con medias que, al tumbarme me dejaban bastante desprotegida para mi gusto y él empezó con ganas. Normalmente duro poco con la ropa puesta pero esta vez lo prolongó más de lo normal.

- tráeme unas tijeras.
- ¿qué?

Ladeé la cabeza mirándolo desconcertada porque no tenía claro si había entendido bien o me estaba quedando sorda.

- que me traigas unas tijeras.

Cogí las tijeras de la cocina que, dicho sea de paso, son casi las que más cortan y se las di con cierta curiosidad.

- inclínate sobre la mesa.

Me incliné y noté cómo metía las tijeras en mis medias, le hizo un corte en medio, tiró de mi cintura dejando que mi culo quedase más expuesto y le dio un tirón al corte haciendo que quedase casi todo el culo al desnudo... las bragas hipster se me arrugan y acaban pareciendo una especie de tanga raro. Cogió la paleta de madera, la que se usa para no rayar las sartenes y reanudó la azotaina con eso. No sé qué prefiero si el cinturón o eso. Alternaba las nalgas, luego un rato se quedaba en una y después en otra.

- bueno, ¿vas a contarme por qué hiciste eso anoche?
- sólo era una broma, tampoco es para ponerse así.
- ¿una broma? Me acuesto tarde ya de por sí por ti y, sabiendo que tengo unos días complicados, eres tan caprichosa que ya no es que no te vayas a dormir pronto, que deberías porque madrugas como yo y tienes un trabajo serio, si no que todos tenemos que estar despiertos cuando se te antoja. La semana pasada la que liaste por despertarte antes de las doce y no dejarte dormir y ahora, ¿ahora sí vale?
- bueno, no era eso, jope era sólo una broma, algo gracioso...
- ¿Gracioso para quién? ¿Para ti y para quién más?

Ahí me quedé callada porque con esa pregunta me dejó KO. Tras mi silencio reanudó la azotaina, me dolía, me escocía y creo que podría haber hecho la cena en mi culo de lo caliente que estaba. Siguió un rato largo, paraba, me acariciaba las nalgas, me pasaba con disimulo los dedos por mi sexo, como con un roce y seguía con la azotaina. Ya empezaba a estar inquieta, a no estar bien de ninguna postura y a resoplar muy de continuo.

- vete a ese rincón mientras te aguantas el vestido por detrás y ni se te ocurra moverte.

Siguió haciendo la cena, mientras esperaba a que las cosas se calentasen o se hiciesen me miraba, lo sé porque en la ventana de al lado se le veía reflejado. Cuando terminó puso los platos y todo lo demás en la mesa y se sentó.

- ¿tienes algo que decirme?
- Siento mucho haberte molestado no dejándote dormir. De verdad que no lo pensé pero no volverá a pasar.
- bien, siéntate con el vestido levantado, pero primero ve fuera a entrar el felpudo que hay guardado en el baúl.

Odiaba que hiciese aquellas cosas, sabía que nadie iba a verme pero el hecho de pensar que un vecino podía verme así, hacía que la cara se me pusiese del mismo color que el culo. Lo hice rápido como nunca.

- toma.
- toma no, lo pones en tu silla y te sientas a cenar.

Cené incómoda, moviéndome dejando el apoyo en un lado y en otro, pero estaba ya cansada así que no quise cenar más.

- ¿Ya has terminado?
- sí, es que estoy muy incómoda y me duele y entre eso y el aparato no puedo comer.

La verdad es que esperaba que la frase lo ablandara un poco y me dijese que me quitase el estúpido felpudo porque se me clavaba todo en el trasero.

- pues vete a dormir.
- ¡pero si son las diez y veinte!
- ¿Y?
- que es muy pronto
- ¿quieres seguir en el rincón y luego reanudo la zurra? Igual es que no te ha quedado claro que lo de exigir no va conmigo
- no, no, me ha quedado claro.

Me lavé los dientes y me fui a la cama con una peli que me relaja. Pero pasó él por delante de la habitación y me apagó la tele.

- ¡EEEEEEEEEEEEEhhhhhhhhhhhhhh! ¡¿Pero qué haces?!
- he dicho a dormir
- estúpido.

Lo dije muy por lo bajini y dándome la vuelta para no mirarlo, con énfasis para que se diese cuenta de mi cabreo, pero algo debió de oír.

- ¿has dicho algo?
- ¿yo? No, nada.
- bien, creo que mañana habrá que repetir con una dosis más alta que veo que no te ha quedado claro el tema de las exigencias de malcriada.

Ni me he movido, espero que se le haya olvidado...

domingo, 18 de noviembre de 2018

Cuando menos te lo esperas


Conducir me ayuda a relajar la mente, me evade del mundo, sobre todo en los trayectos largos. Suena pereza y Él duerme. Me gusta que duerma mientras conduzco porque así no me riñe cuando excedo la velocidad permitida, aunque no voy excesivamente rápido pero es muy meticuloso con eso de los límites de velocidad. Vamos a hacer noche en una ciudad donde conoceremos a una pareja con la cual llevamos charlando algún tiempo. Tras hacer el check-in y arreglarnos salimos hacia el restaurante donde habíamos quedado. Como de costumbre llegábamos tarde, un paso suyo son dos míos y los zapatos no me ayudan a caminar rápido así que me quejo y le pido que vayamos más despacio sin resultado y llevándome algún reproche sobre mi elección del calzado. Al llegar al restaurante les escribimos y una pareja que estaba sentada en la barra se acerca a saludar, son ellos.
La cena discurre tranquila con la típica conversación banal. Tras dos copas de vino y una cena estupenda llegamos a mi plato favorito, una tarta de limón con base de galleta, sólo de mirarla empiezo a salivar.

Jorge: Bueno mara, Sion me contó que últimamente fantaseas con la idea de ser humillada y azotada por otra persona.

En ese momento no tenía claro por cual de todos los motivos iba a acabar muriendo, si por la saliva que se me había ido por el otro lado y me había atragantado, por el hecho de que mi Amo le hubiese contado esa intimidad sin decírmelo, por la vergüenza que pasé por ver cómo me lo decía delante de los tres o por habérmelo dicho en el restaurante en el cual puede que alguna de las mesas circundantes nos hubiesen escuchado. Cuando me siento avergonzada se me pone la cara muy roja y sudo, no puedo evitarlo. A veces hasta se me ponen los ojos vidriosos. Ni siquiera me vi capaz de responder por lo que me limité a mirar a mi Amo, mirar a Jorge mientras esbozaba una pequeña sonrisa el tiempo justo como para que no se sintiese ignorado e intentar seguir comiendo con la mayor normalidad que pude fingir. Creo que se dieron cuenta de mi incomodidad porque no volvieron a sacar el tema.

Inés: ¿Queréis venir a casa a tomar una copa? Aún es pronto.
Sion: Sí, ¿por qué no? ¿te apetece?
Mara: Sí, claro.

El trayecto hacia su casa se me hizo corto, los pies ya no me dolían tanto, señal inequívoca de que las copas de vino habían hecho efecto ya que no suelo beber. El piso era bastante acogedor. En las casas ajenas siempre me siento rara al principio. Yo me quedé charlando en el salón con Inés, era profesora y me contaba anécdotas que hacían que me riese a carcajadas. Es raro pero me relajé. Cuando Sion y Jorge volvieron de la cocina con las bebidas los hielos ya estaban medio derretidos.

Mara: cualquiera diría que la habéis destilado vosotros mismos.

Se rieron y nadie añadió nada al comentario. Sacaron un juego de mesa que nos mantenía entretenidos mientras charlábamos. Inés cogió un cigarro.

Jorge: si te lo quieres fumar arriba en la terraza.
Inés: bueno pues hacemos una pausa que ya no aguanto más.
Mara: vale, así voy al baño.
Sion: ¿tiene buenas vistas la terraza?
Jorge: sí, que te la enseñe.

Mientras pensaba que el chorro no iba a terminar nunca me vibró la falda, era un mensaje de Sion en el que decía “haz lo que te diga”. Aquello me sonaba muy mal, el corazón me iba muy rápido y empezaba a sudar. Tras vacilar unos minutos me atrevía salir del baño.

Jorge: ya empezaba a pensar que se te había tragado la taza.
Mara: ja ja ja muy agudo.

Mi tono era burlón, tampoco me conocía tanto como para hacerme un comentario así.

Mara: ¿Y Sion e Inés?
Jorge: arriba en la terraza, Inés esta fumando.
Mara: ¿Tú no fumas?
Jorge: Sí
Mara: ¿Subimos?
Jorge: No.

Se hizo un silencio incómodo que Jorge rompió pronto.

Jorge: Bueno, aún no me has respondido a la pregunta que te hice en la cena.
Mara: ¿A cual?

Sabía perfectamente a cual pero empezaba a imaginarme por dónde iba la cosa y estaba muy nerviosa.

Jorge: Sion me contó que fantaseas con que otra persona te humille azotándote
Mara: eso no es una pregunta... pero sí, es verdad aunque me imagino por dónde queréis ir y no.
Jorge: ¿No? Te ha dicho que me obedezcas, tranquila, será algo rápido, sólo veinte con la mano. Ponte sobre mis rodillas.
Mara: te he dicho que no

Realmente lo decía muy en serio. Mi cabeza me decía que no aunque mi coño se mojaba. Una cosa era la fantasía y otra era la realidad y mi orgullo me lo impedía. Además una cosa son los azotes y otra los azotes en esa posición tan ridícula, que tuviese cuarenta y tantos hacía que esa posición me pareciese más humillante aún, si cabe.

Jorge: bueno, te los voy a dar de un modo y otro, quedan exactamente ocho minutos para que bajen, tú decides si lo quieres íntimo y rápido o quieres esperar a que bajen, te atemos y todos podamos contemplar cómo los recibes.

Eso realmente me dejó descolocada. Por un lado no pensé que mi Amo fuese capaz de hacerme algo así. Por otro, nunca pensé que fuese capaz de dejar que otra persona me tocase y me había dejado el mensaje muy claro... Miré mi móvil, había pasado un minuto desde que empezó a hablar.

Mara: en esa posición no, sobre la mesa
Jorge: voy a añadir diez por tu falta de modales, aquí no decides tú. El tiempo sigue pasando, mara.

Cuando me tumbé ya tenía la cara que podrían haber freído un huevo en ella. Tras tumbarme me subió la falda y me bajó las medias. Ni siquiera pude mirar de reojo, cogí aire y lo retuve. Levaba un culotte así que la mitad de las nalgas ya estaban al descubierto. Los azotes eran firmes, tres seguidos en una nalga y otros tres en la otra, luego uno y uno alternando ambas. Cuando llegó más o menos a la veintena tiró de mis bragas hacia arriba dejando mi culo completamente al descubierto y los azotes restantes se sucedieron muy rápido. Estaba tan excitada como humillada. Parte de mí se había dejado ir, es algo que me sucede en determinadas situaciones. Había terminado hacía unos segundos pero Jorge me pasaba la mano por las nalgas rozando de vez en cuando mi coño. Yo permanecía tumbada tan mojada que parecía que hubiese tenido un escape, el hecho de que comprobase cuán excitada estaba hacía que me avergonzase más. Mi mente intentaba asimilar lo sucedido cuando el sonido de la llave y la puerta me sacó de mi mundo. Creo que nunca me he subido las medias tan rápido, me senté en el sofá a su lado con las piernas cruzadas como si nada hubiese sucedido.

Jorge: vamos a seguir con el juego, creo que alguien ha aprendido a que no debe hacer trampas si no quiere ser castigada
Mara: ¡yo no he hecho trampas!
Jorge: hablaba de Inés

Miré a Inés que estaba tan roja como yo hacía diez minutos...

domingo, 11 de noviembre de 2018

BDSM y relaciones sentimentales


Si me hubiesen dado un euro por cada vez que me han dicho “eso que buscas no existe”, “ese tipo de relación es imposible” o “eso no te va a funcionar” como poco me daría para un coche. No tengo la certeza de que mi relación vaya a ser para siempre pero tampoco la tengo de ninguna pareja sea o no vainilla.



No critico ningún tipo de relación, tampoco a las personas que piensen que el BDSM o la Ds y el amor o las relaciones sentimentales no puedan ir unidas. Si esa persona cree que no le sería posible una relación así y la prefiere de otro modo, me parece estupendo. Yo intento hacer un ejercicio que consiste en empatizar con otras personas, lo que me lleva a pensar que lo que me sirve a mí, puede que no sirva al resto y que cada un@ tenga su propia fórmula a la hora de practicar el BDSM. Probablemente habrá tantas fórmulas idóneas como relaciones interpersonales existan. Lo que sí siento como una falta de respeto es sentar cátedra acerca de que no es posible que tu sumisa sea tu mujer/novia o tu sumiso tu marido/novio. 
Los motivos más frecuentes que se alegan son:
  • Si la parte dominante quiere a esa persona o tiene sentimientos por la parte sumisa puede que se vuelva bland@. Esto es absurdo, si alguien es bland@ lo seguirá siendo. Ojo, muchas personas confunden la tolerancia, la consideración o la sensatez con ser bland@.
  • La parte sumis@ al conocer bien a la parte dominante puede dominar por abajo. Esto tampoco es tan complicado si se es un poco avispad@ y/o si la otra persona no se da cuenta o lo ve pero lo deja pasar. Para dominar por abajo no es preciso mantener una relación de pareja, con lo cual no le veo sentido a este motivo. Si un/a sumis@ o quiere hacer, lo hará y, si un/a Am@ no quiere, le parará los pies en cuanto lo detecte.
  • Al entrar en convivencia no se es cien por cien Am@ porque, ¿cómo voy a discutir con mi sumis@ sobre el coche que compramos o el color del que vamos a pintar las paredes? Bueno, si no hay convivencia y eso lo hace con la persona que cohabite, ¿quiere decir que esa persona es dominante a ratos? ¿Sólo cuando esté con su sumis@ puede decirse que es dominante? Qué decir al respecto... me parece absurdo porque todo el mundo tiene una vida al margen del BDSM y no creo que no estar todo el tiempo en modo dominante o sumis@ “mate” el rol con el que se identifique. 

viernes, 19 de octubre de 2018

Esclav@s

 Cuando pienso en una esclava con un 24/7 dejo ir mi imaginación, casi con total seguridad, más de la cuenta. Entra por la puerta, se desnuda totalmente y se pone su collar de esclava. Algo como en la imagen pero algo más fino, que no pese demasiado. Una vez cerrado sólo su Amo o Ama puede abrirlo con su llave.


Imagino la situación de llevarlo puesto y tener que salir por una emergencia... llamará a su Am@ para preguntarle qué hacer y ¿tendrá una llave guardada para dichos casos o le dirá que se anude un pañuelo al cuello y salga así?

La casa está a una temperatura que permite la desnudez y el andar descalza, así que ese es su atuendo para el domicilio, exceptuando cuando algo de cristal se rompa y haya riesgo de clavarse algún trocito que se haya quedado por recoger, para lo que podrá ponerse zapatos. Cuando vaya a cocinar deberá hacer uso del delantal. 
Imagino que, relajada en el sofá se tapa con la manta en presencia de su Am@ y ést@ le hace vestir de forma incómoda para que lo recuerde.





Tiene una tabla con los quehaceres domésticos repartidos en los siete días a la semana. Lunes y jueves hace la compra, sábados hace limpieza de casa, todos los días hace la cena y, si coincide que se come en casa, la comida. Por supuesto está pendiente de la colada y la hace cuando es necesario, tras recogerla, la plancha, guarda la suya y la de su Am@ la deja sobre la mesa del salón porque el armario del Am@ está prohibido abrirlo sin su expreso permiso.
Si se acumula la colada porque ha tenido unos días de locos. ¿Se enfadará y la reprenderá por no saber gestionar el tiempo o aceptar demasiados trabajos o compromisos o será comprensiv@ y dejará que lo recupere cuando pueda? Imagino que le deja un atuendo de sirvienta francesa sin ropa interio y le ordena realizar una tarea para lo cual es necesario estar flexionada, dejando las nalgas al descubierto y azotándole con un vara de vez en cuando mientras realiza la tarea mientras la humilla y le reprocha. ¿Tendrán una lista de comidas vetadas?

Sexualmente la esclava estará siempre a disposición para cuando se la requiera. Sólo aquellas prácticas que supongan un riesgo para la salud estarán exentas de realizarse, pudiendo utilizar la palabra de seguridad acordada (ver anexo 1) en caso de que se sienta realmente sobrepasada. Así mismo puede ser usada por quien su Am@ desee.
Imagino muchas prácticas, spank, anal, humillación, bondage... También que le obliga a obedecer a otr@ Am@, a realizar a un/a sumis@ lo que le ordene... Le deja una nota en la mesa del salón con una bolsa al lado, dice "mañana vienen a cenar dos amig@s, este será tu atuendo, te quiero limpia por dentro y por fuera con la cena hecha a las diez en punto". Tras una cena donde todo está correcto deja que jueguen con su esclava, tras poner y sacar varios plugs se ríen aludiendo a lo bien educado que tiene el culo y comprueban que se comporta igual con su polla sin emitir un sólo quejido. La lleva a un local BDSM donde la obliga a que muestre a tod@s su educación y lo bien que se le da realizar sexo oral. 

Laboralmente tiene derecho y obligación de trabajar siempre y cuando su condición se lo permita (enfermedad, embarazo, cuidado de familiares, etc) y no desatienda sus obligaciones de esclava. Su Am@ puede vetar los empleos que considere oportunos así como decidir cuándo debe dejarlo o modificar las condiciones del mismo. Durante la jornada laboral su Am@ no realizará peticiones que pueda acarrearle problemas.
Imagino que el/la Am@ se muda y hace que lo deje todo para seguirle. Imagino alguna petición en un día tranquilo de trabajo, como que vaya al baño y le mande una foto de ella desnuda o de su coño.

Económicamente aportará al domicilio lo que se haya pactado previamente. Los gastos del hogar no será necesario justificarlos a no ser que el Am@ lo ordene (ver anexo 2). Los gastos personales deberán ser aprobados previamente por su Am@.
Imagino qué ocurriría si se olvidase y realizase una compra personal como cosmética o ropa.

Las relaciones interpersonales de nueva índole tendrán que ser previamente aprobadas (ver anexo 3). Si en algún momento el Am@ considera que se debe modificar o finalizar la relación con cualquier persona que considere la orden será acatada. No quedan excluidos de dicha decisión familiares ni compañeros de trabajo.
¿Qué ocurrirá si no puede mantener relación con nadie fuera del trabajo por un periodo largo de tiempo? ¿Se agobiará con el aislamiento? ¿Y si el/la Am@ considera que tiene que dejar de ver a un familiar porque cree que es dañino para ella?

La esclava tiene derecho y obligación de realizar por su cuenta y de forma adecuada todas las ingestas diarias así como su higiene y sus obligaciones laborales y del hogar. Todo aquello extra-rutinario tendrá que ser consultado con su Am@ de forma previa.
Me pregunto si al Am@ le resultará en algún momento tedioso controlar todo siempre y se le pasará alguna cosa, hará la vista gorda en alguna cosa o si en algunos periodos de tiempo dejará de controlar lo que su esclava hace.

El tiempo que le quede restante podrá realizar libremente actividades como deporte, leer, estudiar, navegar por redes o ver la televisión. Quedan vetadas todas las redes sociales exceptuando previo consentimiento.
Me imagino que ese día no le apetece verla de arriba a abajo por la casa y le ordena quedarse sentada en un rincón hasta que le de una orden. ¿Aguantaría dos días así?

Todo aquello ordenado por su Am@ será acatado sin quejas y de forma adecuada.
Me pregunto cada cuánto habría que repasar las normas. ¿Y si le ordena algo tan importante como el matrimonio, darle descendencia o cambiar de profesión? 

De incumplir cualquier norma su Am@ tendrá derecho de actuar en consecuencia como considere oportuno. Nunca será algo que perjudique su salud ni ilegal.
¿Habrá una lista de castigos acordada según la gravedad y/o reincidencia de la falta? ¿Qué tipo de castigos serán? ¿Algo que cause dolor físico? ¿Algo que cause dolor emocional? ¿Algo que haga reflexionar y que haga que no se vuelva a repetir?



Anexo 1. Palabra de seguridad: se utilizará el semáforo, amarillo para avisar de que se está llegando al límite y rojo para expresar la necesidad de detener toda actividad.
Anexo 2. Gastos del hogar: alimentación, gasolina, seguros varios (vehículos, salud, etc), recibos domiciliados varios (luz, gas, agua, teléfono), reparaciones del domicilio (electrodomésticos, obras, etc).
Anexo 3. Relaciones personales de nueva índole: todas aquellas personas con las que se entable conversación sobre temas privados y no generales quedando exentas las relaciones intralaborales, familiares, amistades ya conocidas y las necesarias para la comunicación básica diaria.

sábado, 6 de octubre de 2018

Entrada sin título


En estos últimos tiempos no sé muy bien sobre qué escribir, información sobre prácticas hay literalmente “de sobra”, además, me recuerda a hacer trabajos de campo y me siento como si hiciese un resumen para el colegio... aburrida. Así que he decidido que esta entrada sea espontánea y voy a escribir como si me explayase con un amigo. 
Ya hace un tiempo que las normas que puso las tengo interiorizadas, ya no se me olvidan. Hay otras cosas que hago no porque me las pida, si no porque me nacen así, por ejemplo, para decisiones importantes como cambiar de empleo o de lugar de residencia le pido opinión y suelo actuar en función de lo que él piense. Sé que suena tóxico y si hace seis años me dijesen que actuaría así me reiría y diría que esa no puedo ser yo porque siempre he sido muy de hacer y deshacer mi vida en función de lo que me parecía sin pedir opinión a nadie. No actúo así porque no sea autónoma, ni porque no sea capaz de tomar decisiones, antes de conocerle me iba muy bien haciéndolo sola. Tampoco sé explicar muy bien por qué me comporto así, creo por un lado me importa su opinión porque, a parte de mi Amo, es mi pareja y quiere lo mejor para mí, y, por otro lado, es la persona más sensata que he conocido además de un modelo a seguir en muchos aspectos. La experiencia que da la edad supongo que también suma...


El caso es que, una vez que ya interiorizas todo y, aunque hemos ido probando cosas nuevas como realizar peticiones de/a otra pareja, es como si quisiera más. No en el área sexual, me refiero a la parte emocional, esa que te nace cuando te dicen “hoy te vas a poner esta ropa” y te guste o no te la pones o cuando dices que te vas a la cama y te dicen que no, que esperes un rato más. La verdad es que no sé explicarme muy bien... espero que alguien me entienda.

jueves, 6 de septiembre de 2018

Nada BDSM


No quiero ser feliz. Matizo, no quiero ser feliz si me va la vida en ello. ¿Curiosa contradicción? No, tiene más lógica de que se ve en un principio. Parece que hoy en día estamos obligados a tener únicamente buenos momentos, a mostrar solo los colores de arco iris de toda la gama de colores que es la vida. ¿Seré feliz? Por supuesto, habrá pequeños momentos en que sentirás ese bienestar personal, esa gratificación. Esos días en los que estás contento, aunque sean pequeñas cosas las que te hagan sentir así. O quizá sean grandes. Quizá te toque la lotería en forma de un hijo sano. O quizá te toque de forma literal... Quién sabe lo que el caprichoso futuro nos deparará. ¿Seré infeliz? Por supuesto, la vida nos da reveses a mano abierta, de esos que pican y te marcan los cinco dedos. Esa sensación de que todo va mal y no puede ir peor, aunque peor siempre pueda ir. La palabra infelicidad me evoca palabras muy distintas, miedo, enfado, frustración, tristeza, desasosiego, ansiedad... Pero, si me diesen el don de poder sacar esos días de mi vida no lo haría. Las emociones “negativas” en sí no son nocivas, sólo hay que aprender a comprenderlas y actuar. El miedo te pone en alerta y te hace huir o evitar un peligro, en definitiva, supervivencia. Algo tiene que ponernos en guardia de que eso no es lo que queremos en nuestra vida. Algo tiene que decirte que necesitas un cambio. Puede que el cambio requiera de otro lugar, de otras cosas... O puede que sólo requiera de otras perspectiva.

domingo, 15 de julio de 2018

Un minutito y volvemos


Indecisa, inconformista, inquieta, impaciente son algunos de mis defectos, digo defectos porque aún no he aprendido a utilizar esa parte de mí de forma que yo considere sana. Bien, el caso es que mi situación actual no es, ni por asomo, la que yo tenía en mente cuando empecé con este nuevo proyecto de vida. El hecho de pensar, imaginar, anticiparse me vuelve a dar una gran bofetada de realidad. Parece que no aprendo. Bueno, no es del todo cierto, esto me ha enseñado a valorar muchas cosas, y no hablo de nada material... además de poder encontrar calma en medio de un caos, cosa que jamás había logrado. No es que yo sea una persona muy zen, ni sea de esas personas que ven lo positivo y se centran en eso, ojalá, creerme que lo intento y últimamente parece que hasta lo consigo, puede parecer un pequeño paso para muchas personas pero para mí es uno enorme. Bueno el caso, llevamos muchos años queriendo viajar, podría poner excusas varias pero lo cierto es que si no lo hemos hecho ha sido porque, a veces, tenemos una especie de parálisis mental, como una fusión de un Pepito Grillo cenizo con un Harry Potter tocapelotas que cuando piensas en moverte te aturulla de pensamientos negativos y hace que te quedes en standby (pereza, falta de tiempo, volverás cansada y luego trabajas, mira qué caro sale y un largo etc). A veces miro cinco años atrás y pienso cómo era yo, era mucho más atrevida, alocada, impulsiva, independiente, no sé si esa parte simplemente la he ido perdiendo porque es “lo que toca” con la edad o qué, sinceramente. El caso, que he hecho de mi capa un sayo, y así, “a lo loco” nos vamos a donde el destino (y el bolsillo) han permitido.



Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace.
Jean Paul Sartre.

Casi todas las personas son tan felices como se deciden a serlo. 
Abraham Lincoln.

Realmente la felicidad como construcción social me parece una quimera, pero si tuviese que apostar por algo, diría que son esos pequeños momentos en los que te dices a ti mismo "ojalá esto durase eternamente" y son efímeros así que hay que intentar disfrutarlos al máximo, o eso es lo que pienso. 

lunes, 25 de junio de 2018

Tiempos pasados



Le pasa la mano por la espalda acercándola a él, le magrea las tetas sin demasiado tacto y la lleva a su pecho, la agarra del pelo y su cara queda mirándolo, besa su cuello, lo muerde... La maneja del pelo, como si de una correa se tratase. Qué mejor correa que esa. Ella queda en frente de la cama con un pie en el suelo y la otra pierna encima de las sábanas revueltas. Empuñando su melena tiene unas bonitas vistas, así de abierta tiene acceso a todo lo que desea, su coño, su culo. Lástima que no se esté quieta, pero lo acabará estando, a todo caballo salvaje se lo acaba domando. Se la mete sin vacilar, hasta el fondo, con fuertes embestidas, mientras sube su pierna para clavársela todo lo adentro que pueda. Ella medio girada lo mira desafiante, le gusta y le reta, es algo que le encanta... provocar. Araña su pecho, él le aparta la mano, tensa su pelo haciéndola mirar al frente.

- No sé qué te has creído zorrita, tres horitas de tratarte delante de la gente como a una igual y mírate, no tienes remedio

La azota con firmeza mientras la cavalga. Uno, dos, tres... Ella forcejea, no se lo va a poner tan fácil, esta noche no.

- Empieza a ponerse bastante rojo, no juegues, mañana vas a pasar muchas horas sentada.
- Oh! Qué problema tan grande... - responde con sarcasmo

Le tapa toda la boca con brusquedad y tira de ella hasta pegar su espalda a su torso.

- O te comportas, o haré que te comportes – le chorrea sudor por la frente, se lo limpia con la mano y le vuelve a tapar la boca – Chúpalo.

Ella saca la lengua y chupa lo que puede de su mano. Él le estruja los carrillos con rabia, le da una bofetada y le susurra al oído que no la quiere escuchar.

- No quiero oírte, ni un gemido, ni una queja.¡ y tampoco quiero que te muevas ni un puto centímetro. ¿Te ha quedado claro?
- Sí, Amo.
- Que bien respondes cuando quieres.

La reclina quedando a cuatro patas sobre la cama, la sujeta de las caderas y vuelve a la carga. No puede negar que esta cachonda, tiene mojados ambos muslos de todo lo que sale de su coño. Una de sus manos tira y aprieta de su cintura hacia él y la otra la azota una y otra vez hasta que su nalga izquierda adquiere un color púrpura. Ella se intenta llevar las manos atrás para impedir que la siga azotando pero él le coge los brazos por detrás y la hunde en el colchón mientras se la sigue clavando de forma violenta. Se corre, y cae sobre ella dificultándole la respiración con su cuerpo tendido sobre ella.

- No vayas a pensar que he terminado contigo – dice mientras va hacia el baño de la habitación – ponte a cuatro patas con la cabeza apoyada sobre la cama, las piernas abiertas y las manos a la espalda.

Cuando sale del baño ella esta tal cual le ha ordenado. Le pasa la mano por el coñito húmedo... tiene algo de sangre. Coge el bote de lubricante, le abre las nalgas y deja caer un buen chorro. Mete sus dedos, uno, dos, tres.

- Que rápido vamos hoy... que cerda te pone que te obligue, ¿eh? Que te fuerce a obedecer quieras o no niñata malcriada.

Ella gime, eso le cabrea, le dijo que no quería oírla. Coge sus bragas mojadas y se las mete en la boca.

- Así verás qué calladita te quedas mientras dejas ese culo bien dispuesto para que tu Amo se lo folle.

Se la mete sin dilación, la lentitud del principio dura poco...

- Ha tardado menos tu culo en adaptarse al tamaño de su polla que tu coño – le pasa la mano por los pechos y se los estruja, tira de su pelo haciendo que su cuerpo quede a unos diez centímetros del colchón – Me encanta que seas tan puta... Mi puta - le susurra.

Masajea su clítoris, puede sentir sus gemidos ahogados.

- ¿Quieres correrte?

Intenta decirle “sí Amo” pero sólo se escucha un balbuceo. Cada vez frota con más fuerza su clítoris, su vagina, presiona con fuerza para luego soltar y frotar y volver a hacer presión con el dorso de su mano.

- Vaya, no te oigo, será que no tienes demasiadas ganas aún – dice mientras esboza una sonrisa burlona.

Siente que no puede más, va a explotar en un orgasmo sin que él le haya dado permiso y eso es una falta grave. Se saca las bragas de la boca empujándolas con la lengua.

- Por favor Amo, por favor, ¿puedo correrme? - suplica con fervor, sabe que no tiene mucho tiempo y necesita un sí inmediato así que entona la súplica.
- Córrete, perra, córrete para tu Amo.

Explota su orgasmo en el frenesí de saberse usada, forzada, sodomizada, azotada... Qué extraño se le hace que palpite el coño habiéndosela follado por el culo.

- Te has quitado las bragas de la boca sin permiso Mara – ella lo mira de reojo y mira al suelo, no hace falta que lo diga, está arrepentida, se le nota en la mirada – Vé a ducharte, lo arreglaremos otro día.

martes, 29 de mayo de 2018

De bares


Sentada en la terraza del bar da un largo trago a su bebida mientras se relaja escuchando música y redacta el trabajo que tiene pendiente. La tarde es tan horrorosamente calurosa que nota como una gota se desliza por su pecho hasta el ombligo, disimuladamente se mete la mano dentro de la camiseta para aliviarse del sudor mientras mira detenidamente las mesas de al lado, como imaginaba todos están a sus cosas. Sonríe de saberse invisible, le encanta la sensación de hacer cosas levemente obscenas delante de las personas sin que se den cuenta. Cierra el portátil, va a descansar un poco, total, dos mesas más adelante hay un grupo muy escandaloso que no la deja concentrarse. Su mirada se cruza con una chica sentada con sus amigos, mientras charlan y se ríen ella la mira, ¿se habrá dado cuenta de que se ha metido la mano por la camiseta antes? Sólo de pensarlo le entra una risa que mezcla timidez y diversión. La mira de arriba a abajo y se percata que no lleva sujetador, puede ver como los pezones rozan su camiseta con cada movimiento. Se imagina así, claro que a ella no se le notaría tanto, si algún día cumpliese una orden así ¿alguien se daría cuenta? Sólo de imaginarlo empieza la explosión en su coño. Últimamente está tan susceptible... se muerde el labio y ladea la mirada mientras resopla. Es hora de irse, se sienta en la barra a esperar la cuenta.

- ¿Nos pones otra ronda? - Dice una voz de mujer a su izquierda.

Es la chica del sujetador, no puede evitar mirarla, sus pezones son hipnóticos.

- ¿me mirabas?
- Sí, ¿tampoco llevas bragas?
- ¡¿Cómo?!
- Pues eso, que si llevas bragas
- Claro que llevo bragas - responde en un tono molesto
- Que pena, estarías mucho mejor sin ellas – Recoge sus vueltas y sale del bar.

En realidad no sabe ni cómo han salido esas palabras de su boca, no es nada propio de ella, parece que las palabras broten solas de su boca.
El corazón le va a mil. Ni siquiera la conoce de nada y parecía molesta. Qué más da, está en la gran ciudad, no la tiene que volver a ver. Se ríe para sus adentros asimilando lo que acaba de hacer. Al llegar a casa allí está él tumbado en el sofá. Se tumba encima suyo, lo besa y lo abraza.

- Últimamente nos vemos poco, te echo tanto de menos...
- Yo también te echo de menos – responde mientras le besa el cuello – hemos quedado en el Mundo de la Tapa en media hora con Ana y Mikel.
- Pero.. ¿hoy?
- Sí, ¿qué pasa?

Es el bar del que viene, sólo de pensar que puede seguir allí esa chica hace que se ponga de todos los colores.

- No, nada... ¿no podemos ir a otro sitio?
- Pero si antes me has escrito un WhatsApp diciendo que te apetecía cenar allí, de verdad que a veces no te entiendo, ya le he dicho a esta gente que íbamos allí, otro día vamos a otro sitio.

Se le nota por el tono de voz que está molesto y ya tiene unas cuantas faltas escritas en su libreta cuyos castigos aun no han llegado así que no rechista más.

- Bueno, voy a maquillarme y arreglarme a ver si con suerte, en caso de que esté, no me reconoce - se dice para sus adentros -.

Ana y Mikel están ya en una mesa de dentro del local cuando llegan. Respira aliviada, ha entrado tan directa por la vergüenza que ni siquiera se ha dado cuenta si la chica de los pezones seguía allí. Se saludan y comienza una charla distendida. Siempre acaban hablando de trabajo, en cierto modo es lógico, comparten profesión y empresa, es divertido cuando se ríen de situaciones laborales con ese humor negro mezclado con sarcasmo. Ana tiene el don de saber llevar las conversaciones siempre a su terreno, lo extrovertida que es le encanta, no se cansa de escucharla. Ríen todos a una mientras cuentan anécdotas. La cerveza empieza a hacer efecto, necesita ir al baño.

- Si me disculpáis un momento, voy al baño.

Nada más entrar es como si un jarro de agua fría le cayese encima, es ella. Qué cara de pánfila debo de tener ahora mismo, piensa. Siente como se ruboriza y empieza a sudar. Ella la mira de arriba a abajo.

- Hola, vienes más guapa.
- Hola, gracias – le responde.
- Me llamo Mariona – extiende la mano a modo saludo.
- Mara – se seca las manos y se la estrecha.
- Te he visto varias veces, ¿vives por aquí?
- Sí, vivo cerca

Entra en el baño, parece que el chorro nunca se acaba. Por no moverse un poco más y se orina encima. Escucha como se abre y cierra la puerta. Suspira aliviada al pensar que a la salida ya no tendría que verla. Suena el agua del grifo caer, se extraña, pensaba que no habría nadie más dentro. A la salida ve que es ella lavándose las manos. Qué raro que aún siga allí. Un calambre de morbo y vergüenza le recorre toda la espalda. ¿Le recriminará sus palabras? Actúa como si nada, a veces la naturalidad es la mejor arma, se dice con convicción. Se lava las manos. Ella se le queda mirando de forma descarada.

- ¿Necesitas algo? - dice con un tono un tanto seco, vale que le haya dicho algo que no debía sin conocerla pero tampoco ha sido para tanto.

Saca unas bragas del bolso y las deja encima del mármol, en segundos le pasan mil cosas por la cabeza. Está tan excitada que puede notar como se le empapan todas las bragas. La mira de arriba a abajo.

- ¿Llevas de repuesto o qué? - le dice con una sonrisa entre burlona y divertida.

Le coge la mano y se la mete en el vaquero, que coño tan suave, joder está tan mojada... Fija su mandíbula obligándola a mirarla fijamente. Le encanta como besan las mujeres, coger suavemente con los dientes su labio de abajo y tirar suavemente de él la enloquece. Mete los dedos en ese mar de excitación mientras frota con la base de su mano el clítoris, subidas y bajadas rítmicas y firmes mientras hace salir y entrar los dedos. Dios... desprende fuego. Ya no se besan, sólo se desafían con la mirada mientras se tocan. Suena el chirrido de la puerta al abrirse, saca la mano empapada rápidamente. La pared de la entrada ha impedido que las vean, les ha ido de poco.

- Ha sido un placer, espero que coincidamos algún día
- Yo también

Mara se sienta en la mesa.

- ¿Porqué has tardado tanto? De charleta con alguien, ¿no?
- Sí, con una chica con la que coincido algunas veces.

Tras un par de horas de cena y copas se despiden. Por el camino él le da un beso en el cuello.

- Hueles a excitación, cuando lleguemos a casa quiero que me lo cuentes todo zorrita.

Si hay algo que la excita es lo humillada que se siente al relatarle ese tipo de cosas, como una niña cuando siente que debe dar explicaciones por algo que ha hecho que no debería.