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Me encanta cuando me despierta el suave tacto de su piel. El olor del disolvente la delata, lleva toda la tarde pintando. El día ha sido duro y me apetece jugar un rato.
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- ¿De quién eres?
- Tuya Amo - Él asiente sonriendo.
- ¿Y qué eres? - dice arqueando una ceja.
- Tu sumisa y tu novia - nunca ante esa pregunta había añadido que soy su novia, parece no haberle gustado, no sé porqué.
- ¿Y tu novia qué? - por su expresión facial y el tono de su voz parece enfadado, la bofetada lo confirma.
- Y tu novia Amo - asiente y me besa.
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Necesita recordar cual es su lugar. Le pregunto a quién pertenece. Acierta en su respuesta. En la segunda respuesta, olvida a quién se dirige y la corrijo inmediatamente. Sigo sin entender que le siga ocurriendo después de tanto tiempo, aunque reconozco que me excita ver la furia sus ojos tras el castigo.
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Nuestras manos buscan nuestros cuerpos con anhelo. Sus caricias, el calor de su piel... como disfruto estos momentos. Tira de mi brazo y me lleva frente a la cómoda, fija mis manos haciendo que quede ligeramente reclinada. Me despoja de la poca ropa que llevo y empiezan los azotes con la mano, luego con la fusta. Hoy ha sido muy benevolente, puedo ver el contraste del blanco habitual de mi piel con el carmesí de los azotes. Anuda las esposas a mis muñecas y éstas a mi espalda.
- Siéntate - dice señalando el puf.
Me enseña el plug grande en la boca.
- Chupa.
Cuando me ordena eso siempre me pregunto si no preferirá que empiece directamente con lo suyo... me esmero. ¿Lo hará como prueba para ver si soy digna de la suya? Deja el plug a un lado, agarra mi pelo y dirige la escena como si de un director de orquesta se tratase.
Por sus gestos sé que tengo que ponerme de rodillas en la cama. Tira de mi brazo hasta que mi cabeza queda apoyada sobre el colchón. Volteo la cabeza para ver qué me espera.
- ¿Alguien te ha dicho que puedas mirar? - dice molesto.
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Giro mi cabeza hacia el lado opuesto, lo que él no sabe es que la ventana hace de espejo y se ve parcialmente.
Inicia el ritual, con cada embestida fluyo más.
- Tira de la cortina - digo excitada.
- Tira de la cortina ¿qué? - dice él indignado.
- Que tires hacia la derecha - me abofetea, odio las bofetadas.
- ¿Que tires de la cortina, qué? - noto el cabreo en sus palabras.
- Amo - respondo de forma escueta.
- Pídelo bien - recibo dos azotes fuertes.
- Por favor Amo, retire las cortinas si es tan amable - Les da un tirón, puedo ver nuestro reflejo en el cristal.
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A continuación la coloco a cuatro patas en la cama y la penetro. Gira su cabeza intentando ver su reflejo en el cristal. Ha entendido el mensaje del espejo. Me pide que aparte la cortina, sin ningún respeto, por lo que la abofeteo. Hace un nuevo intento erróneo. La lujuria la descentra y la corrijo con unos azotes. Al fin lo pide correctamente.
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