El jengibre es una raíz originaria de
Asia que se utilizaba con fines medicinales y culinarios hace más de
5000 años. Se le atribuyen propiedades como analgésico,
antihemético, antiinflamatorio, expectorante, afrodisíaco, etc. En
la época victoriana se empezó a utilizar en las escuelas como
castigo adicional para los niños ya que así no podían hacer fuerza
con los glúteos al recibir azotes y también se utilizó en desfiles
equinos para que el caballo mantuviese la cola en alto.
Afortunadamente, esto ya no se realiza.
La raíz o “mano” de jengibre se
empezó a utilizar con fines estimulantes y/o eróticos en el BDSM
con una práctica conocida como figging y consiste en quitarle la
piel a un “dedo” de la raíz que sea bastante ancha y
suficientemente larga como para poder darle la forma que deseemos
según la zona erógena donde la vayamos a utilizar (genitales, ano,
boca). A continuación se moja con agua fría para retirar los restos
sobrantes y ya se puede empezar.
Clarificar que, como en todo, hay que
tener ciertas precauciones como no dejar aristas que puedan lesionar
la piel, no tocarse los ojos tras haber manipulado el jengibre si no
se han lavado las manos antes, toda raíz con mal aspecto hay que
desecharla, no aplicar lubricantes ni cremas porque eliminaríamos
los efectos deseados y, por supuesto, si no se sabe si se es alérgico
o no empezar con periodos cortos de exposición.
Hay tres artículos interesantes que he
tenido el gusto de poder leer y a los que quería hacer mención
porque considero que contribuyen a hacer esta práctica un poco diferente. En el primero lo utilizaban junto al caning con el mismo
fin con el que se utilizaba en la época victoriana anteriormente
descrita. En el segundo creaban supositorios con zumo de jengibre
para poder utilizarlos también fuera de casa y prolongar su efecto.
Y en el tercero explican que metiendo el jengibre en una bolsa bien
sellada y dejándolo unos días en la nevera hasta que le salga un
poco de moho (ojo, no es sinónimo de que se pudra) se aumentan sus
propiedades y efectos.
Mi experiencia con el figging empezó
la semana pasada, de hecho, ni siquiera sabía qué era pero me
sorprendió gratamente. Estaba a gatas encima de la cama con los ojos
vendados cuando mi Amo Sión me preguntó si no sentía nada diferente, le
respondí que no porque realmente sólo noté algo fresquito y
tampoco es algo que me esperara. Al cabo de unos minutos empecé a
notar una mezcla de calor, escozor y placer tras lo cual se me
disparó la libido de repente... fue una sensación extraña. No
sabría decir si desagradable y placentera a partes iguales pero el
resumen es que me gustó mucho.
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