Estamos frente a la puerta de un local
BDSM, entrar en un local así siempre es algo que me pone nerviosa,
podría dar muchos motivos del por qué pero sería retroalimentarme.
Enciendo un cigarrillo, el último que
sé que podré fumarme sin permiso por hoy, me encanta ver esa nube
blanca cuando exhalo el humo, al final todo se disipa en este
universo tan grande, como el humo.
Es raro verlo impacientarse, supongo
que será por el frío que hace en la calle. Fijo la mirada en las
puertas, parecen las de un bar cualquiera, eso es algo que me
tranquiliza. El interior es bastante acogedor, una barra self service
a la derecha, varios sillones y pequeñas mesas queda repartidas por el local. Saludo
tímidamente, a algunos ya los conocía, aunque prácticamente sea de
charlar por las redes sociales, tenía ganas de volverlos a ver.
Socializar no es algo que se me de especialmente bien así que me
limito a sonreír y escuchar.
Esta noche mi Amo esta especialmente
guapo, el negro y esas botas de leñador le sientan muy bien.
Mientras charla con un grupo de gente me lanza una mirada que no se
si catalogarla como pícara o como un gesto de provocación, sea lo
que sea, le devuelvo una sobria sonrisa que enmascara mi
incertidumbre. Mi ángel me tranquiliza diciéndome que sabe que las
cosas en público me avergüenzan, así que no se atreverá a hacer
algo nuevo. Mi demonio hace resonar trozos de frases que verbalicé en
un momento de lujuria contenida “atada al techo desatas los dos
únicos lazos que sostienen mi vestido y me azotas, intuyo que
alguien habrá mirando, pero nada puedo ver, porque una cinta me tapa
los ojos y otra la boca” a lo que él respondió “ya sabía que
te gustaba, pero tu vergüenza te puede”. Una corriente eléctrica
sale de mi coño en dirección a mi estómago.
Tira de mi muñeca guiándome hacia un
sillón más íntimo mientras me besa la mejilla, cuando sonríe
tanto algo esta a punto de suceder. Tras cinco minutos de preguntas
(¿cómo te encuentras? ¿estás bien? Etc) saca de su bolsillo el
Zeki [1]. Mi mirada atraviesa sus ojos, no sé si alguien nos está
viendo pero no puedo mirar, prefiero no saberlo. Tengo taquicardia y
probablemente me temblaría la mano si no estuviese sujetando la base
del sillón. Estoy tan nerviosa que mi alrededor parece
distorsionarse y... ¿mojada? Noto como emano calor entre las piernas
y pequeñas contracciones que me producen placer.
- Abre la boca – me dice mientras lo sujeta de la cola. Lo mete en mi boca, intento lubricarlo bien con mi saliva pues intuyo cual va a ser el desenlace.
- Abre la boca – me dice mientras lo sujeta de la cola. Lo mete en mi boca, intento lubricarlo bien con mi saliva pues intuyo cual va a ser el desenlace.
- Separa las piernas – tira suavemente de mi rodilla derecha y sube la falda larga del vestido mientras la sujeta presionándola contra mi muslo. Si no fuese porque esta casi encima de mí cualquiera podría ver mi palpitante sexo, es la primera vez que llevo ropa interior abierta fuera de casa. Con su mano izquierda lo introduce tercamente tras lo cual baja mi falda y deja de besarme. Hay una diversión sádica en sus ojos, la de aquel que disfruta de su poder, del ser obedecido pese a los sentimientos contrariados.
Estoy tan mojada que temo mancharme el
vestido. Miro alrededor con la naturalidad que mi ego deja que fluya
mientras me levanto del sillón. Me sorprende ver que nadie este
mirando, entonces no puedo evitar sentirme estúpida por sufrir tanto
anticipadamente.
- ¿A donde vas? - pregunta son una sorna sonrisa.
- A fumar – respondo desafiante. Después de esto me lo he ganado, además, coger aire me tranquiliza.
- Si quieres fumar ya sabes qué tienes que hacer – arquea las cejas señalando con la cabeza sus botas.
- ¿A donde vas? - pregunta son una sorna sonrisa.
- A fumar – respondo desafiante. Después de esto me lo he ganado, además, coger aire me tranquiliza.
- Si quieres fumar ya sabes qué tienes que hacer – arquea las cejas señalando con la cabeza sus botas.
No puedo creerlo, la respiración se me acelera, miro alrededor, ¿porqué me pone nerviosa algo tan absurdo? Ni que estuviésemos en una tetería. Cojo aire y me arrodillo.
- ¿Por favor Amo puedo fumarme un cigarro? - ¿ya estás contento? Resuena en mi cabeza.
- Lame mi bota – articula con contundencia.
Me quedo pensativa mientras lo miro de
reojo, ahora ya estoy agachada, no tengo nada que perder. Dejo la
imprenta de mi lengua en esas botas negras que tanto me excitan.
- Buena chica, ve a fumar.
- Buena chica, ve a fumar.
Por el camino topiezo con una mujer muy
agradable que me pregunta si salgo a fumar, antes de responder una
vibración remueve mi húmeda cueva y doy un respingo. Le dirijo una
mirada de desacuerdo, él ríe descaradamente mientras juega con la
intensidad y los modos del Zeki con su móvil.
- ¿Estás bien? - puedo ver en ella la complicidad de comprender lo sucedido.
- Sí, claro, perdona, vamos a por las chaquetas que hace frío. - Y lejos del ratio de acción de vibrador remoto, a este paso voy a correrme hablando con Mar. O así dice llamarse...
- ¿Estás bien? - puedo ver en ella la complicidad de comprender lo sucedido.
- Sí, claro, perdona, vamos a por las chaquetas que hace frío. - Y lejos del ratio de acción de vibrador remoto, a este paso voy a correrme hablando con Mar. O así dice llamarse...
[1] https://www.youtube.com/watch?v=NO_SLIjxRFY