No quiero ser feliz. Matizo, no quiero
ser feliz si me va la vida en ello. ¿Curiosa contradicción? No,
tiene más lógica de que se ve en un principio. Parece que hoy en
día estamos obligados a tener únicamente buenos momentos, a mostrar
solo los colores de arco iris de toda la gama de colores que
es la vida. ¿Seré feliz? Por supuesto, habrá pequeños momentos en
que sentirás ese bienestar personal, esa gratificación. Esos días
en los que estás contento, aunque sean pequeñas cosas las que te
hagan sentir así. O quizá sean grandes. Quizá te toque la lotería
en forma de un hijo sano. O quizá te toque de forma literal... Quién
sabe lo que el caprichoso futuro nos deparará. ¿Seré infeliz? Por
supuesto, la vida nos da reveses a mano abierta, de esos que pican y
te marcan los cinco dedos. Esa sensación de que todo va mal y no
puede ir peor, aunque peor siempre pueda ir. La palabra infelicidad
me evoca palabras muy distintas, miedo, enfado, frustración,
tristeza, desasosiego, ansiedad... Pero, si me diesen el don de poder
sacar esos días de mi vida no lo haría. Las emociones “negativas”
en sí no son nocivas, sólo hay que aprender a comprenderlas y
actuar. El miedo te pone en alerta y te hace huir o evitar un
peligro, en definitiva, supervivencia. Algo tiene que ponernos en
guardia de que eso no es lo que queremos en nuestra vida. Algo tiene
que decirte que necesitas un cambio. Puede que el cambio requiera de
otro lugar, de otras cosas... O puede que sólo requiera de otras
perspectiva.
jueves, 6 de septiembre de 2018
domingo, 15 de julio de 2018
Un minutito y volvemos
Indecisa, inconformista, inquieta,
impaciente son algunos de mis defectos, digo defectos porque aún no
he aprendido a utilizar esa parte de mí de forma que yo considere
sana. Bien, el caso es que mi situación actual no es, ni por asomo,
la que yo tenía en mente cuando empecé con este nuevo proyecto de
vida. El hecho de pensar, imaginar, anticiparse me vuelve a dar una
gran bofetada de realidad. Parece que no aprendo. Bueno, no es del
todo cierto, esto me ha enseñado a valorar muchas cosas, y no hablo
de nada material... además de poder encontrar calma en medio de un
caos, cosa que jamás había logrado. No es que yo sea una persona
muy zen, ni sea de esas personas que ven lo positivo y se centran en
eso, ojalá, creerme que lo intento y últimamente parece que hasta
lo consigo, puede parecer un pequeño paso para muchas personas pero
para mí es uno enorme. Bueno el caso, llevamos muchos años
queriendo viajar, podría poner excusas varias pero lo cierto es que
si no lo hemos hecho ha sido porque, a veces, tenemos una especie de
parálisis mental, como una fusión de un Pepito Grillo cenizo con un
Harry Potter tocapelotas que cuando piensas en moverte te aturulla de
pensamientos negativos y hace que te quedes en standby (pereza, falta
de tiempo, volverás cansada y luego trabajas, mira qué caro sale y
un largo etc). A veces miro cinco años atrás y pienso cómo era yo,
era mucho más atrevida, alocada, impulsiva, independiente, no sé si
esa parte simplemente la he ido perdiendo porque es “lo que toca”
con la edad o qué, sinceramente. El caso, que he hecho de mi capa un sayo, y así, “a
lo loco” nos vamos a donde el destino (y el bolsillo) han permitido.
Felicidad no es hacer lo que uno quiere
sino querer lo que uno hace.
Jean Paul Sartre.
Casi todas las personas son tan felices como se deciden a serlo.
Abraham Lincoln.
Realmente la felicidad como construcción social me parece una quimera, pero si tuviese que apostar por algo, diría que son esos pequeños momentos en los que te dices a ti mismo "ojalá esto durase eternamente" y son efímeros así que hay que intentar disfrutarlos al máximo, o eso es lo que pienso.
lunes, 25 de junio de 2018
Tiempos pasados
Le pasa la mano por la espalda
acercándola a él, le magrea las tetas sin demasiado tacto y la
lleva a su pecho, la agarra del pelo y su cara queda mirándolo, besa
su cuello, lo muerde... La maneja del pelo, como si de una correa se
tratase. Qué mejor correa que esa. Ella queda en frente de la cama
con un pie en el suelo y la otra pierna encima de las sábanas
revueltas. Empuñando su melena tiene unas bonitas vistas, así de
abierta tiene acceso a todo lo que desea, su coño, su culo. Lástima
que no se esté quieta, pero lo acabará estando, a todo caballo
salvaje se lo acaba domando. Se la mete sin vacilar, hasta el fondo,
con fuertes embestidas, mientras sube su pierna para clavársela todo
lo adentro que pueda. Ella medio girada lo mira desafiante, le gusta
y le reta, es algo que le encanta... provocar. Araña su pecho, él
le aparta la mano, tensa su pelo haciéndola mirar al frente.
- No sé qué te has creído zorrita,
tres horitas de tratarte delante de la gente como a una igual y
mírate, no tienes remedio
La azota con firmeza mientras la
cavalga. Uno, dos, tres... Ella forcejea, no se lo va a poner tan
fácil, esta noche no.
- Empieza a ponerse bastante rojo, no
juegues, mañana vas a pasar muchas horas sentada.
- Oh! Qué problema tan grande... -
responde con sarcasmo
Le tapa toda la boca con brusquedad y
tira de ella hasta pegar su espalda a su torso.
- O te comportas, o haré que te
comportes – le chorrea sudor por la frente, se lo limpia con la
mano y le vuelve a tapar la boca – Chúpalo.
Ella saca la lengua y chupa lo que
puede de su mano. Él le estruja los carrillos con rabia, le da una
bofetada y le susurra al oído que no la quiere escuchar.
- No quiero oírte, ni un gemido, ni
una queja.¡ y tampoco quiero que te muevas ni un puto centímetro.
¿Te ha quedado claro?
- Sí, Amo.
- Que bien respondes cuando quieres.
La reclina quedando a cuatro patas
sobre la cama, la sujeta de las caderas y vuelve a la carga. No puede
negar que esta cachonda, tiene mojados ambos muslos de todo lo que
sale de su coño. Una de sus manos tira y aprieta de su cintura hacia
él y la otra la azota una y otra vez hasta que su nalga izquierda
adquiere un color púrpura. Ella se intenta llevar las manos atrás
para impedir que la siga azotando pero él le coge los brazos por
detrás y la hunde en el colchón mientras se la sigue clavando de
forma violenta. Se corre, y cae sobre ella dificultándole la
respiración con su cuerpo tendido sobre ella.
- No vayas a pensar que he terminado
contigo – dice mientras va hacia el baño de la habitación –
ponte a cuatro patas con la cabeza apoyada sobre la cama, las piernas
abiertas y las manos a la espalda.
Cuando sale del baño ella esta tal cual le ha
ordenado. Le pasa la mano por el coñito húmedo... tiene algo de
sangre. Coge el bote de lubricante, le abre las nalgas y deja caer un
buen chorro. Mete sus dedos, uno, dos, tres.
- Que rápido vamos hoy... que cerda te
pone que te obligue, ¿eh? Que te fuerce a obedecer quieras o no
niñata malcriada.
Ella gime, eso le cabrea, le dijo que
no quería oírla. Coge sus bragas mojadas y se las mete en la boca.
- Así verás qué calladita te quedas
mientras dejas ese culo bien dispuesto para que tu Amo se lo folle.
Se la mete sin dilación, la lentitud
del principio dura poco...
- Ha tardado menos tu culo en adaptarse
al tamaño de su polla que tu coño – le pasa la mano por los
pechos y se los estruja, tira de su pelo haciendo que su cuerpo quede a unos diez
centímetros del colchón – Me encanta que seas tan puta... Mi
puta - le susurra.
Masajea su clítoris, puede sentir sus
gemidos ahogados.
- ¿Quieres correrte?
Intenta decirle “sí Amo” pero sólo
se escucha un balbuceo. Cada vez frota con más fuerza su clítoris,
su vagina, presiona con fuerza para luego soltar y frotar y volver a
hacer presión con el dorso de su mano.
- Vaya, no te oigo, será que no tienes
demasiadas ganas aún – dice mientras esboza una sonrisa burlona.
Siente que no puede más, va a explotar
en un orgasmo sin que él le haya dado permiso y eso es una falta
grave. Se saca las bragas de la boca empujándolas con la lengua.
- Por favor Amo, por favor, ¿puedo
correrme? - suplica con fervor, sabe que no tiene mucho tiempo y necesita un sí inmediato así que entona la súplica.
- Córrete, perra, córrete para tu
Amo.
Explota su orgasmo en el frenesí de
saberse usada, forzada, sodomizada, azotada... Qué extraño se le
hace que palpite el coño habiéndosela follado por el culo.
- Te has quitado las bragas de la boca
sin permiso Mara – ella lo mira de reojo y mira al suelo, no hace
falta que lo diga, está arrepentida, se le nota en la mirada – Vé
a ducharte, lo arreglaremos otro día.
martes, 29 de mayo de 2018
De bares
Sentada
en la terraza del bar da un largo trago a su bebida mientras se
relaja escuchando música y redacta el trabajo que tiene pendiente.
La tarde es tan horrorosamente calurosa que nota como una gota se
desliza por su pecho hasta el ombligo, disimuladamente se mete la
mano dentro de la camiseta para aliviarse del sudor mientras mira
detenidamente las mesas de al lado, como imaginaba todos están a sus
cosas. Sonríe de saberse invisible, le encanta la sensación de
hacer cosas levemente obscenas delante de las personas sin que se den
cuenta. Cierra el portátil, va a descansar un poco, total, dos mesas
más adelante hay un grupo muy escandaloso que no la deja
concentrarse. Su mirada se cruza con una chica sentada con sus
amigos, mientras charlan y se ríen ella la mira, ¿se habrá dado
cuenta de que se ha metido la mano por la camiseta antes? Sólo de
pensarlo le entra una risa que mezcla timidez y diversión. La mira
de arriba a abajo y se percata que no lleva sujetador, puede ver como
los pezones rozan su camiseta con cada movimiento. Se imagina así,
claro que a ella no se le notaría tanto, si algún día cumpliese
una orden así ¿alguien se daría cuenta? Sólo de imaginarlo
empieza la explosión en su coño. Últimamente está tan
susceptible... se muerde el labio y ladea la mirada mientras resopla.
Es hora de irse, se sienta en la barra a esperar la cuenta.
-
¿Nos pones otra ronda? - Dice una voz de mujer a su izquierda.
Es la chica del sujetador, no puede evitar mirarla, sus pezones son hipnóticos.
-
¿me mirabas?
-
Sí, ¿tampoco llevas bragas?
-
¡¿Cómo?!
-
Pues eso, que si llevas bragas
- Claro que llevo bragas - responde en un tono molesto
- Que pena, estarías mucho mejor sin ellas – Recoge sus vueltas y sale del bar.
- Claro que llevo bragas - responde en un tono molesto
- Que pena, estarías mucho mejor sin ellas – Recoge sus vueltas y sale del bar.
En
realidad no sabe ni cómo han salido esas palabras de su boca, no es
nada propio de ella, parece que las palabras broten solas de su boca.
El
corazón le va a mil. Ni siquiera la conoce de nada y parecía
molesta. Qué más da, está en la gran ciudad, no la tiene que
volver a ver. Se ríe para sus adentros asimilando lo que acaba de
hacer. Al llegar a casa allí está él tumbado en el sofá. Se tumba
encima suyo, lo besa y lo abraza.
-
Últimamente nos vemos poco, te echo tanto de menos...
-
Yo también te echo de menos – responde mientras le besa el cuello
– hemos quedado en el Mundo de la Tapa en media hora con Ana y
Mikel.
- Pero.. ¿hoy?
- Sí, ¿qué pasa?
- Pero.. ¿hoy?
- Sí, ¿qué pasa?
Es
el bar del que viene, sólo de pensar que puede seguir allí esa
chica hace que se ponga de todos los colores.
-
No, nada... ¿no podemos ir a otro sitio?
-
Pero si antes me has escrito un WhatsApp diciendo que te apetecía
cenar allí, de verdad que a veces no te entiendo, ya le he dicho a
esta gente que íbamos allí, otro día vamos a otro sitio.
Se
le nota por el tono de voz que está molesto y ya tiene unas cuantas
faltas escritas en su libreta cuyos castigos aun no han llegado así
que no rechista más.
-
Bueno, voy a maquillarme y arreglarme a ver si con suerte, en caso de
que esté, no me reconoce - se dice para sus adentros -.
Ana
y Mikel están ya en una mesa de dentro del local cuando llegan.
Respira aliviada, ha entrado tan directa por la vergüenza que ni
siquiera se ha dado cuenta si la chica de los pezones seguía allí.
Se saludan y comienza una charla distendida. Siempre acaban hablando
de trabajo, en cierto modo es lógico, comparten profesión y
empresa, es divertido cuando se ríen de situaciones laborales con
ese humor negro mezclado con sarcasmo. Ana tiene el don de saber
llevar las conversaciones siempre a su terreno, lo extrovertida que
es le encanta, no se cansa de escucharla. Ríen todos a una mientras
cuentan anécdotas. La cerveza empieza a hacer efecto, necesita ir al
baño.
-
Si me disculpáis un momento, voy al baño.
Nada
más entrar es como si un jarro de agua fría le cayese encima, es
ella. Qué cara de pánfila debo de tener ahora mismo, piensa. Siente
como se ruboriza y empieza a sudar. Ella la mira de arriba a abajo.
-
Hola, vienes más guapa.
-
Hola, gracias – le responde.
-
Me llamo Mariona – extiende la mano a modo saludo.
-
Mara – se seca las manos y se la estrecha.
- Te he visto varias veces, ¿vives por aquí?
- Sí, vivo cerca
- Te he visto varias veces, ¿vives por aquí?
- Sí, vivo cerca
Entra
en el baño, parece que el chorro nunca se acaba. Por no moverse un
poco más y se orina encima. Escucha como se abre y cierra la puerta.
Suspira aliviada al pensar que a la salida ya no tendría que verla.
Suena el agua del grifo caer, se extraña, pensaba que no habría
nadie más dentro. A la salida ve que es ella lavándose las manos.
Qué raro que aún siga allí. Un calambre de morbo y vergüenza le
recorre toda la espalda. ¿Le recriminará sus palabras? Actúa como
si nada, a veces la naturalidad es la mejor arma, se dice con
convicción. Se lava las manos. Ella se le queda mirando de forma
descarada.
-
¿Necesitas algo? - dice con un tono un tanto seco, vale que le haya
dicho algo que no debía sin conocerla pero tampoco ha sido para
tanto.
Saca
unas bragas del bolso y las deja encima del mármol, en segundos le
pasan mil cosas por la cabeza. Está tan excitada que puede notar
como se le empapan todas las bragas. La mira de arriba a abajo.
-
¿Llevas de repuesto o qué? - le dice con una sonrisa entre burlona
y divertida.
Le
coge la mano y se la mete en el vaquero, que coño tan suave, joder
está tan mojada... Fija su mandíbula obligándola a mirarla
fijamente. Le encanta como besan las mujeres, coger suavemente con
los dientes su labio de abajo y tirar suavemente de él la enloquece.
Mete los dedos en ese mar de excitación mientras frota con la base
de su mano el clítoris, subidas y bajadas rítmicas y firmes
mientras hace salir y entrar los dedos. Dios... desprende fuego. Ya
no se besan, sólo se desafían con la mirada mientras se tocan.
Suena el chirrido de la puerta al abrirse, saca la mano empapada
rápidamente. La pared de la entrada ha impedido que las vean, les ha
ido de poco.
-
Ha sido un placer, espero que coincidamos algún día
- Yo también
- Yo también
Mara se sienta en la mesa.
-
¿Porqué has tardado tanto? De charleta con alguien, ¿no?
-
Sí, con una chica con la que coincido algunas veces.
Tras
un par de horas de cena y copas se despiden. Por el camino él le da
un beso en el cuello.
-
Hueles a excitación, cuando lleguemos a casa quiero que me lo
cuentes todo zorrita.
Si
hay algo que la excita es lo humillada que se siente al relatarle ese
tipo de cosas, como una niña cuando siente que debe dar
explicaciones por algo que ha hecho que no debería.
martes, 15 de mayo de 2018
Cuando pase la tormenta
No hay más dosis de realidad que
cuando las cosas no suceden tal y como las habías planteado. Mis
fantasías son como torres de naipes, una pequeña ráfaga de viento
y todo se desmorona. He pasado mucho tiempo pensando en la torre, en
el montón de cartas desparramadas sobre la mesa, en lo injusto que
es que cuando más alta la haces menos tiempo tarde en caer, en por
qué he tenido que empezarla si luego me duele tanto que no se
mantenga en pie. No es nada nuevo el hecho de que pienso demasiado,
que me anticipo a lo que pueda suceder y que me gusta tener las cosas
bajo control. En cierto modo es como me han enseñado a
desenvolverme. Las cosas no siempre son blancas o negras... y esta no
es una excepción. Esa parte de mi me ha llevado a ser buena
profesional, pero a veces me machaco hasta el punto que tengo un
desorden de bajara que no sé ni por donde empezar. Quizá por eso la
D/s me guste tanto... cedo el control, de nada sirve que me anticipe
y me encanta porque pese a todo tengo la tranquilidad de saberme en
las mejores manos. Todos pasamos por malos momentos, vemos ese montón
de cartas desordenadas y nos frustramos sin saber por dónde empezar,
ni qué hacer con ellas... Ayer alguien me recordó que las cartas no
son para apilarlas, ni para ordenarlas, ni para quedárselas mirando,
son para ponerlas boca arriba y jugarlas. Y es que él siempre está
ahí mirándome aunque no pueda estar siempre cerca.
jueves, 3 de mayo de 2018
Pajas mentales
Hay una cosa que me tiene hecha un lío.
He leído en muchos sitios que cuando un Am@ castiga a su sumis@
tiene que ser algo que no le guste puesto que el objetivo es
modificar ese comportamiento. Bien, normalmente se hace uso de dos
cosas, el castigo positivo (algo que consideramos como malo pasa como
consecuencia de esa conducta) y/o el castigo negativo (se nos priva
de algo que nos es considerado como bueno). En esto no tengo duda
ninguna, es algo que a veces se aplica incluso en relaciones
“vainilla” (no me gusta nada esa palabra pero así se entiende
rápido) aunque no se haga de forma consciente. Ahora bien,
pongámonos en una situación donde se pretende modificar o mejorar
una conducta y se opta por algo que, hasta cierto punto, es
placentero. Digo hasta cierto punto porque por ejemplo a mi me puede
gustar mucho comer chocolate pero si me obligan a comer dos tabletas
de una sentada probablemente acabe encontrándome fatal... Lo mismo me pasa con el spank, el hecho
de que, por ejemplo, estar en posición de OTK mientras me regañan a
la par que me va doliendo el culo cada vez más me resulta excitante
a la vez que bochornoso... Además de que el dolor en un grado
elevado no me gusta. Me leo y alguien puede decir que es algo
totalmente contradictorio, no sé, seguramente sí, pero es lo que
siento ahora mismo. Es esa contradicción últimamente me genera un
conflicto interior y ¿por qué? Parece un absurdo... pero es algo de
lo cual tengo dudas. ¿Sería en ese caso efectivo como correctivo o
entraríamos en una “azotaina erótica”? La gran mayoría de
personas a las que les he preguntado no han vacilado en responder que
sería una azotaina erótica, sin embargo, hay una parte de mí que
no lo ve totalmente certero. Me explico, parte de la situación me
atrae puesto que me excito, otra parte no y, ademas, me están
haciendo sabedora explícitamente de que tengo que modificar esa
conducta o la próxima vez el castigo puede ser más agrio que
agridulce. A eso le añadimos que posiblemente la excitación puede que no termine en orgasmo y eso de dulce tiene más bien poco. Por otro lado... ¿este tipo de “castigos” puede
llevar a “buscarlos” en futuras ocasiones? Puede ser, quizá el
desasosiego que produce la incertidumbre, el jugar con fuego o el
medir los limites es como la adrenalina que se segrega en las
emociones fuertes. Como las montañas rusas que te ponen el estómago del revés y, sin embargo, te vuelves a montar.
He leído que hay personas a las que le produce "placer" la situación de ser castigad@s en parte por la atencion recibida o porque les hace sentir cuidad@s, desead@s, etc.
En definitiva, si alguien quiere responder a este despropósito mental leeré con atención y si no, en algún momento pondré en orden mis pensamientos.
He leído que hay personas a las que le produce "placer" la situación de ser castigad@s en parte por la atencion recibida o porque les hace sentir cuidad@s, desead@s, etc.
En definitiva, si alguien quiere responder a este despropósito mental leeré con atención y si no, en algún momento pondré en orden mis pensamientos.
viernes, 13 de abril de 2018
Verbalizando
Hace unos días fuimos a un taller que me pareció muy interesante en el que te daban algunas pautas o trucos para "hablar sucio". En sí no es un lenguaje que suela usar como se ha podido comprobar, no por pudor, no tengo ningún problema con palabras como zorra, perra, etc aunque bien es cierto que no me causan morbo como tal. Ahora bien, el verbalizar ciertas cosas es harina de otro costal, me explico, voy a exponer ciertas situaciones con la parte que me resulta más simple y con la que me resulta más complicada porque considero que me expreso mejor:
Ejemplo 1:
Me he olvidado de pedir permiso a mi Amo para sentarme a comer.
Simple: me recrimina que se me ha vuelto a olvidar y me ordena comer sentada en la escalera, me siento y cumplo con mi castigo.
Complicada: me hace responder a preguntas como ¿después de tanto tiempo cómo puede ser que se te siga olvidando? ¿que castigo crees que debería ponerte? o si me veo el plato en la escalera me haga a responder a preguntas como ¿sabes por qué está ahí tu plato? ¿qué has reflexionado sobre tu falta, castigo, etc?
Ejemplo 2:
Estamos en una "sesión" practicando spank.
Simple: me ordena que me ponga a cuatro patas sobre la cama y mientras me da unos azotes responder a preguntas cerradas como ¿te gusta, te excita, etc?
Complicada: mi Amo me diga o yo tenga que verbalizar que estoy a cuatro patas como una perra, ofreciéndole gustosamente mi culo para el disfrute de que sea azotado como me merezco; explicar lo mucho que se moja mi coño cuando me azota y hace mi culo suyo, etc.
Ejemplo 3:
Estamos en un punto de excitación que ya estamos "en faena" y mi Amo esta en posición de follarme por detrás (no sexo anal, ya imagináis la posición).
Simple: el hecho de imaginarme que de repente para, me quita el plug y me folla el culo hace que me excite mucho más pero me callo y se queda el pensamiento para mí puesto que es algo que me excita pensarlo pero, en el momento en el que estamos, no tendría paciencia (en el caso de que mi Amo quiera ceder a mis caprichos) de que se ponga a dilatar.
Complicada: le digo a mi Amo lo cachonda que me estoy poniendo al imaginarme que me quita el plug y me folla el culo, lo suya y dominada que me hace sentir eso y lo que me excita el pensar que lo haga sin tener en cuenta si "estoy preparada" para ello o no (aunque igual en la realidad prefiriese que eso quedase en fantasía en ese momento).
En resumen, una de las cosas que decían era que es mucho más sencillo hacer una cosa, cumplir una orden o escribirla y que luego la lean, etc. que verbalizarlo mientras te están mirando y escuchando. Para ello daban algunas pautas de cómo empezar para no "meter la pata", hacer feedback, etc. El caso es que nunca me había parado a pensar que realmente es algo que aún me cuesta mucho. El hecho de verbalizar lo que me pasa por la cabeza a veces me da tanta vergüenza que hasta me taparía la cara como hacen los niños. Analizándolo no es por falta de confianza en mi Amo, ni porque vaya a juzgar lo que le diga, es porque primero me juzgo yo a mí misma y eso me impide soltarme. Si es que ya lo dice el refrán "si quieres conocer a tu peor enemigo, mírate en el espejo". Tengo un nuevo camino que recorrer, una nueva meta que alcanzar y mucho trabajo por delante.
Ejemplo 1:
Me he olvidado de pedir permiso a mi Amo para sentarme a comer.
Simple: me recrimina que se me ha vuelto a olvidar y me ordena comer sentada en la escalera, me siento y cumplo con mi castigo.
Complicada: me hace responder a preguntas como ¿después de tanto tiempo cómo puede ser que se te siga olvidando? ¿que castigo crees que debería ponerte? o si me veo el plato en la escalera me haga a responder a preguntas como ¿sabes por qué está ahí tu plato? ¿qué has reflexionado sobre tu falta, castigo, etc?
Ejemplo 2:
Estamos en una "sesión" practicando spank.
Simple: me ordena que me ponga a cuatro patas sobre la cama y mientras me da unos azotes responder a preguntas cerradas como ¿te gusta, te excita, etc?
Complicada: mi Amo me diga o yo tenga que verbalizar que estoy a cuatro patas como una perra, ofreciéndole gustosamente mi culo para el disfrute de que sea azotado como me merezco; explicar lo mucho que se moja mi coño cuando me azota y hace mi culo suyo, etc.
Ejemplo 3:
Estamos en un punto de excitación que ya estamos "en faena" y mi Amo esta en posición de follarme por detrás (no sexo anal, ya imagináis la posición).
Simple: el hecho de imaginarme que de repente para, me quita el plug y me folla el culo hace que me excite mucho más pero me callo y se queda el pensamiento para mí puesto que es algo que me excita pensarlo pero, en el momento en el que estamos, no tendría paciencia (en el caso de que mi Amo quiera ceder a mis caprichos) de que se ponga a dilatar.
Complicada: le digo a mi Amo lo cachonda que me estoy poniendo al imaginarme que me quita el plug y me folla el culo, lo suya y dominada que me hace sentir eso y lo que me excita el pensar que lo haga sin tener en cuenta si "estoy preparada" para ello o no (aunque igual en la realidad prefiriese que eso quedase en fantasía en ese momento).
En resumen, una de las cosas que decían era que es mucho más sencillo hacer una cosa, cumplir una orden o escribirla y que luego la lean, etc. que verbalizarlo mientras te están mirando y escuchando. Para ello daban algunas pautas de cómo empezar para no "meter la pata", hacer feedback, etc. El caso es que nunca me había parado a pensar que realmente es algo que aún me cuesta mucho. El hecho de verbalizar lo que me pasa por la cabeza a veces me da tanta vergüenza que hasta me taparía la cara como hacen los niños. Analizándolo no es por falta de confianza en mi Amo, ni porque vaya a juzgar lo que le diga, es porque primero me juzgo yo a mí misma y eso me impide soltarme. Si es que ya lo dice el refrán "si quieres conocer a tu peor enemigo, mírate en el espejo". Tengo un nuevo camino que recorrer, una nueva meta que alcanzar y mucho trabajo por delante.
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